En el mágico paisaje de la triple frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil, se alza una de las maravillas naturales más imponentes del mundo, declarada por la Unesco en 1984 como Patrimonio Natural de la Humanidad. Sus 275 saltos que rugen con la violencia de su caída, crean una niebla permanente que al ser tocada por los rayos del sol, forman múltiples arco iris de belleza sin igual que pueden verse todo el año.
Una de las leyendas cuenta que la “Boi”, era una serpiente gigante que vivía en el interior del río, y era alimentada por los aborígenes, para aplacar su ferocidad. Su cena era una dama que los indígenas arrojaban a sus aguas como ofrenda. Un día un guaraní raptó a una de las doncellas que serían su alimento, y se la llevó por el río. Boi, furioso, encorvó su lomo partiendo el curso del rio para separar a los enamorados. De paso creó las cataratas del Iguazú.
Vivir y disfrutar las cataratas es cuestión de gusto y adrenalina. Se puede empezar desde la ventanilla del avión con una vista panorámica llena de color, siguiendo con la perspectiva a partir de las pasarelas y miradores dispuestos en cada una de las fronteras, a donde se llega por senderos para recorrer a pie. Para finalizar, relájese en un pintoresco trencito de combustión a gas, en donde la imponencia del rugido del agua contrasta con un recorrido suave y sosegado.
Desde la parte inferior y en la base de los saltos, la fuerza se transforma en un rocío o vapor para dejarse mojar, o para los más osados, la posibilidad de tomar un bote que los acerca aún más a la adrenalina de la furia natural. Vale la pena no quedarse sin recorrer ninguna de las tres fronteras, pues cada una ofrece atractivos y vistas especiales de las cataratas.
Para aquellos que quieren un plan completo y muy ecológico, más allá de los saltos hay un mundo exuberante para descubrir. La selva, que ha sido el marco ideal de las cataratas, se convierte en el centro de atracción. En este Cataratas del Iguazú,lugar se reúnen casi 500 especies de aves, 80 mamíferos, una gran variedad de reptiles, peces, insectos y mariposas que puede ser recorrida en una 4x4, en lancha o a pie por el sendero Macuco que atraviesa la selva espesa, imponiendo distintos grados de dificultad y dejando ver la majestuosidad del paisaje.
Y después de un emocionante recorrido llega la noche, y con ella, la magia se enciende de nuevo en las Cataratas del Iguazú. Cinco noches al mes, la luna está en su esplendor, y se tiene la posibilidad de hacer paseos que empiezan en un tren ecológico hasta la estación “Garganta del Diablo”. Allí se inicia un recorrido peatonal, hasta los balcones del salto más impactante de las cataratas, y se termina, en una deliciosa cena. Es un recorrido impactante por una de las maravillas naturales que congrega, año a año, miles de turistas y que se ha convertido en uno de los destinos preferidos para aquellos que disfrutan de lo natural en su máxima expresión.
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