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Visitar Lisboa es llegar a una de las ciudades más interesantes de Europa, por sus colinas, calles empinadas, museos, castillos, plazas, miradores, monumentos, su tranvía y el río Tajo. Es también una ciudad de inspiración como le sucedió a J.K. Rowling, quien vivió varios años en esta ciudad y tomó como ejemplo las escaleras de la Biblioteca Nacional de Portugal para las que aparecen en la escuela Hogwarts de Harry Potter.
Empecemos por el centro histórico conformado por siete colinas, que si no las quieres caminar puedes recorrerlas en el famoso tranvía o subir 45 metros por el elevador de Santa Justa -construido en 1902 por los estudiantes de Eiffel- el cual comunica la Baixa con el barrio de Chiado.
Uno de los monumentos más representativos de este sector es el Castillo de San Jorge, ubicado en la colina más alta del centro histórico. Adentro podrás caminar entre sus once torres, el patio de armas, los calabozos, la Torre de Ulises, donde se observa una panorámica de 360° desde el periscopio de Da Vinci que se encuentra instalado allí.
El recorrido continúa por los jardines del Castillo, donde hay patos y pavos reales y antes de irte no olvides tomar una buena foto panorámica de la ciudad, que sin duda será la mejor que te lleves de recuerdo.
En Lisboa no hay paseo completo si no viajas en el tranvía amarillo N° 28, el más popular, que aún conserva sus contadores, las palancas originales y las bancas de madera de los años 30; pero eso sí, tienes que prepararte para agarrarte bien si vas de pie, para que cuando frene no te mande rodando por el pasillo.
Este transporte te sube por las calles empinadas y da un recorrido de unos 40 minutos que te lleva por lugares bien interesantes. La ruta comienza al norte de Baixa, atraviesa Graça y Alfama, pasa frente a la Catedral Sé, el sector de los teatros, Bairro Alto y la Basílica de Estrela.
Si piensas seguir conociendo, el metro es una buena opción, son cuatro líneas que te llevan a cualquier lugar de la ciudad. El tiquete lo debes conservar porque lo necesitas para la entrada como para la salida. Y a uno de los sitios que debes llegar es a la “Antiga Confeitaria de Belém” a comer una de las delicias más auténticas de la capital portuguesa, los “Pasteles de Belém”, la receta mejor guardada, originaria de los monjes del convento Lisboeta de los Jerónimos.
Cuentan que, al cerrarse este convento el panadero decidió vender la receta a un empresario portugués, quien abrió la pastelería desde 1837 y desde entonces se venden a diario estos deliciosos bocados con crema pastelera preparada con yema de huevo, leche y azúcar con una base de hojaldre y los cuales se aderezan con azúcar y canela. Se comen calientes o fríos, son igualmente deliciosos.
Muy cerca de este local, ubicas el Monasterio de los Jerónimos, considerado uno de los monumentos más importantes de Lisboa, por ser un vivo ejemplo del estilo manuelino, que se destaca por algunos adornos con motivos marineros y por la decoración principalmente de arcos, techos, bóvedas y columnas… que le dan una identidad propia a la arquitectura portuguesa.
En el mismo sector de Belém se encuentra el Monumento a los Descubrimientos, construido en 1960 al lado del río, en forma de carabela sostiene al lado y lado las estatuas de los héroes portugueses (descubridores, navegantes famosos, cartógrafos y reyes).
Por la misma zona puedes conocer la Torre de Belém, también de arquitectura Manuelina del siglo XVI, está ubicada en la desembocadura del río Tajo. Dentro de su historial cuentan que esta construcción sirvió de prisión, de faro y como centro de recaudación de impuestos para el ingreso a la ciudad.
La Plaza del Comercio situada donde estuvo el Palacio Real, destruido por el terremoto de 1755, se caracteriza por tener un conjunto de edificios en tres de sus lados y hacía el sur está abierta hacía el río Tajo.
Este sitio era considerado la puerta de Lisboa, a donde llegaban los barcos mercantes de aquel entonces. Cerca de allí se encuentra la Estación “Casi de Sodré”, de donde salen las excursiones por el Tajo, que se convierten en una experiencia diferente e igualmente interesante.
De esta Plaza, por el costado norte pasas por el Arco Triunfal da Rua Augusta a la calle de este mismo nombre y que es considerada la más importante de La Baixa, donde se encuentran las principales tiendas, las calles del oro y de la plata.
Otro lugar que vale la pena recorrer es la Avenida da Liberdade, que conecta a la Baixa con el centro moderno de Lisboa. Es un eje de calles que van de sur a norte y parte desde la Plaza de los Restauradores donde se concentran las tiendas y hoteles de lujo hasta llegar a la plaza del Márquez de Pombal, el centro económico de la ciudad, de allí se puede llegar a la Fundación Calouste Gulbenkian, donde se encuentra uno de los mejores museos de arte de Lisboa, poco frecuentado por los turistas y que cuenta también con un jardín bastante agradable.
Lisboa también ofrece buenas playas, para ir en familia está Estéril-Cascais; para hacer surf Serra de Cintra y Costa da Caparica. La mejor época es la temporada de verano y solo te tardarás unos 30 minutos para llegar en tren, bus o en carro a la más cercana y ¡a disfrutar del agua y el viento refrescante del Atlántico!
Si entre tus planes está contemplada la rumba, La zona recomendada es Bairro Alto donde encuentras bares y locales que ofrecen música que empieza a sonar antes de la media noche hasta la salida del sol. Las calles de este lugar se convierten en una fiesta a donde llegan propios y extranjeros a dar rienda suelta a la seducción del baile con ritmos que contagian el ambiente.
Con un buen plato de bacalao y brindando con una tradicional “ginjinha”, bebida típica portuguesa, preparada a base de cereza, aguardiente, azúcar y canela, nos despedimos desde Lisboa. “¡Obrigado!”.
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