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Ver otras fechasCuna de una civilización de mitos como el del Minotauro, los turquesas imposibles de sus playas y su cegadora luminosidad, hechizan la mirada como pocas islas griegas lo hacen.
La historia de amor entre Teseo y la princesa cretense Ariadna es quizá la que más encierra la esencia de Creta. Fue en los idílicos paisajes de esta isla de apenas 8.000 kilómetros cuadrados, en donde ambos se unieron en un pacto contra el tributo que Atenas debía pagar a Creta: enviar a siete jóvenes atenienses para ser devorados por el Minotauro. Teseo decidió enfrentar al monstruo mitad hombre- mitad toro y, guiándose con un ovillo de hilo para escapar del laberinto donde yacía la bestia, lo mató, salvó a los jóvenes enviados al sacrificio y, de paso, se quedó con Ariadna.
Por eso no hay duda que la mitología es oxígeno de las costas cretenses, que esperan apacibles a los turistas con sus hermosos pueblos empedrados y espectaculares monumentos. Bien dijo el escritor Lawrence Dureel que Creta es la más griega de todas las islas del país. Conquistada por hippies postmodernos, multitudes de turistas y complejos hoteleros, su identidad helena más ancestral se ha diluido entre sus aguas turquesas. No obstante, “como un gran navío encallado en medio del mar, que mira a África y Asia con nostalgia…”, afirmaba el escritor Javier Reverte, Creta sigue siendo uno de los pocos enclaves del planeta donde el visitante puede bucear por una particular fisonomía entre el mar y las montañas, descubrir a cada paso ciudades milenarias y, cómo no, disfrutar de una deliciosa gastronomía mediterránea.
Así es. Creta, la isla más grande de Grecia y la quinta del Mediterráneo, está surcada por tres cordilleras: Lefka Ori, Oros y Ornó Oros que la dividen en cuatro regiones polarizadas por las ciudades de Canea, Rétinmo, Herakleion y Agios Nikólaos. Organizar un recorrido a partir de esa división geológica, es la mejor manera de descubrir los secretos de la isla.
La isla tiene dos aeropuertos, uno en cada extremo, en dos de las ciudades más grandes, Chania (oeste) y Heraclión (este); así, aterrizar en un aeropuerto y partir desde el otro, evita cualquier excusa para no disfrutar totalmente del lugar.
La mejor coordenada para iniciar cualquier periplo por Creta occidental es Canea, una de las más bellas regiones de la isla. La huella que los venecianos dejaron en Creta tras más de 450 años de dominación está representada en la ciudad por el fuerte Firkás. Al otro lado del muelle se encuentra la mezquita de los Jenízaros, de 1645, testigo silencioso de la llegada de los turcos a la isla (1669-1898). Recorriendo el corazón del casco antiguo, la ciudad se descubre por sus plazuelas rodeadas de acacias, atractivos como el museo Arqueológico o la bulliciosa calle Skridlof, atestada de tiendas en las que aún se fabrican y venden las stivania, las tradicionales botas cretenses.
Para deleitar el paladar en Canea, nada como visitar restaurantes como los populares Tanam o Ela, donde es posible degustar recetas cretenses como el saligkaria stifado (guiso de caracoles) o alguno de los típicos meses (aperitivos) como salmonetes o loukanika, representado en pequeñas salchichas.
Para encontrarse con las soñadas playas cretenses, lo mejor es visitar Falasarna: solitaria y de cálidas aguas turquesas. Otra opción son las prístinas playas ubicadas a los pies de la península de Gramvoúsa.
Frangokástello, una antigua fortaleza veneciana del siglo XIV, situada a 14 kilómetros de Sfakiá, es otro punto imprescindible. En esta zona se encuentran joyas como el pueblo de Loutro, un rincón con casas encaladas y ventanas azules que se acerca al encanto cretense de antaño. La única manera de llegar allí es en barco.
Desde Canea, la ciudad de Rétimno es el destino natural para acabar de descubrir la belleza de la costa occidental cretense. La influencia veneciana se ve en su trazado y en sus casas. Prueba de ello es la Fortétsa, una imponente fortaleza construida en 1573. Justo al lado se encuentra el Museo Arqueológico, un espacio en el que se dan cita numerosos objetos minoicos que recuerdan su pasado más lejano.
Rétimno también es enclave gastronómico. Dos lugares recomendados son la taberna Kyria Maria o el elegante restaurante Avli, en cuyo jardín se sirven recetas tradicionales como apatzia o cabra asada.
Desde Rétimno, tomando la carretera interior en dirección al valle de Amari, se encuentran las áridas cumbres del monte Ida (2456 m.s.n.m), en la corona de la majestuosa cordillera de Psilorétis. Es considerado el pico más alto de Creta y, además, alberga muchos santuarios, entre ellos la famosa cueva Idea, una gruta en la que, según cuenta la leyenda, Zeus sobrevivió al canibalismo de su padre Cronos.
Otra cueva a visitar es Dictea, en lo alto de los montes Dicteos; allí, entre las estalagmitas de la oquedad, Rea dio a luz a Zeus y allí quien llegaría a ser soberano de los dioses olímpicos, sobrevivió amamantado por una cabra. Desde este punto una buena opción es pasar una noche en la cercana ciudad de Agios Nikólaos, para disfrutar de su animada vida nocturna. Luego, lo ideal es dar inicio al recorrido por la costa oriental de Creta y descubrir sorpresas como Lerápetra, la ciudad más meridional de Europa y apodada "la novia de la Jamahiriya Mar", a causa de su posición como única ciudad en la costa sur de Creta; o Kritsá, un pequeño pueblo famoso por su iglesia bizantina del siglo XIII, Panagia i Kera, y su artesanía.
A pocos kilómetros de Canea se encuentra la montañosa península de Akrotiri, en la que vale la pena perderse para ir descubriendo retazos del mar Egeo, monasterios en activo, como el de Agia Triada, o en ruinas, como el de Katholikos, y pueblos con excelentes playas, como el de Stavros. Es aquí, encerrada en una bahía que dibuja un círculo casi perfecto, con agua transparente, arena fina y la montaña como fondo, donde se encuentra la playa más famosa de la isla, la playa de Zorba. No muy lejos, una taberna que también lleva su nombre, totalmente entregada al personaje encarnado por Anthony Quinn, acoge en verano a los turistas que van en busca del alma cretense.
Su visita es ineludible por dos razones: Su proximidad al palacio de Cnosos (también al de Festo y a la ciudad Gortina) y porque la mayoría de las maravillas descubiertas por el británico Arthur Evans, se encuentran en su Museo Arqueológico.
Perpetuamente conquistado por turistas, la visita a la mítica morada del Minotauro conviene realizarla a primera hora de la apertura, por aquello de combinar el viaje al pasado con algo de soledad. El recorrido supone contemplar pinturas como los grifos sagrados del salón del trono o los delfines azules de los aposentos reales de la reina, obras en la que se percibe el esplendor de una cultura que asombró al mundo hasta que cayó bajo el dominio aqueo de Micenas en el año 1450 a.C.
Área: 8.336 km2 Clima: mediterráneo, supera los 30 °C en verano Idioma: griego Moneda: euro Población: 601.131 habitantes.
Blue Palace Resort & Spa Presenta tres experiencias culinarias únicas, que mostrarán a sus huéspedes de primera mano, las costumbres de la fulgurante civilización minoica. Una travesía extraordinaria para el deleite de los sentidos.
Giovanni Heraklión En su carta figuran platos italianos, griegos y cretenses con toques de alta cocina. La especialidad: langosta con lomo a la Café de París.
Thalassina Heraklión Uno de los mejores lugares para degustar pescado fresco y mariscos incluyendo sepia, pulpo, y una variedad de mariscos. Lo atractivo del lugar es la calidad y la frescura de sus ingredientes y la simpleza de sus recetas. Los precios no son baratos pero se debe a la calidad del pescado.
Taverna Auoas Agios Nikólaos Es uno de los mejores lugares de la costa oriental para degustar algunos de los mezedes cretenses: olivas, pulpo aderezado con aceite, vinagre y hierbas, acompañado de Raki.
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