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Canadá

Belleza por montones

Canadá, el país de los superlativos. Ocupa posiciones de honor en varias de las listas que se elaboran a nivel mundial. En primer lugar tiene más de dos millones de lagos y es el cuarto país con más agua en el mundo. Aparece en la lista de los diez países menos corruptos. Victoria, en el estado de British Columbia es la segunda ciudad más amable del planeta. Entre las ciudades más limpias del mundo Calgary ocupa el primer lugar y Ottawa el cuarto. Los habitantes de Quebec son los más honestos de Norteamérica. Estos pocos datos, unidos a la impresionante belleza del país, son ya suficientes para enamorarse de ese destino. Esto me ocurrió a mí. 

Olvidaba un detalle muy importante: invitado por Carlos Andrés Torres recorrimos 10.700 kilómetros durante 20 días, por excelentes carreteras y autopistas. No encontramos ni un solo peaje. Visité las dos provincias occidentales, Alberta y British Columbia, que albergan los Parques Nacionales más bellos del país, siendo Banff uno de los más visitados en el mundo.

Hicimos centro en la ciudad de Calgary, donde Eric Altamar nos hospedó amablemente y llegamos en el mejor momento. Celebraban la semana del “Stampede”, fiesta que revive la vida del oeste. La ciudad se engalana al estilo de la época, todos llevan el típico sombrero, muchos visten a la usanza de los “cow boys” con las botas de rigor. En un estadio apropiado se celebran todos los días doma y monta de potros y toros salvajes y carreras de diligencias y en varios puntos de la ciudad se sirve todos los días desayuno gratis para todos los que lo deseen. Es una celebración vibrante e inolvidable. 

Todos los días, acompañados por Jorge Torres, salíamos temprano y nos internábamos en las montañas, las espléndidas Rocosas del Canadá. La autopista se desliza entre centenares de picos nevados de bellísima estampa y avanza entre bosques de pinos. Yo, amante de las montañas, viví 20 días de auténtico éxtasis. Aquí el respeto por la fauna silvestre es total. En las autopistas hay túneles coronados por bosques para que los animales crucen de lado a lado. En nuestros recorridos por los Parques tuvimos encuentros cercanos y gratificantes con osos negros, osos grizzlis, caribúes, bisontes, ardillas y marmotas. Solo nos faltó el puma. La organización de los Parques Nacionales es virtualmente perfecta. El gobierno apoya generosamente la conservación y el medio ambiente en los presupuestos de la nación.

Visitamos ocho Parques: Banff, Mount Revelstoke, Yoho, Glacier, Watertor Lakes, Jasper, Kootenay y Elk Island. Denominador común de los parques son los inmensos e inacabables bosques de pinos, cuya vivificante estampa incita a repetir el experimento vital de Henry David Thoreau, el norteamericano que vivió dos años solitario en una cabaña en un bosque como estos, en Concord, a orillas de la laguna de Walden y que desde allí iluminó al mundo con su vibrante filosofía. 

Los ríos que descienden de los miles de glaciares de las Rocosas suelen formar profundos cañones y por lo mismo, espectaculares cascadas. El primer día nos fuimos de "cañones". Así visitamos Marble Canyon y el Johnston Canyon. Por caminitos que los ascienden y por puentes que los cruzan observamos los profundos huecos por los que se despeña el agua de color azul, típica de los deshielos. Así vimos una familia de ardillas: el papá miraba y la mamá daba de mamar a la cría. ¡Francamente hermoso y tierno!

El corazón y el mayor encanto de los Parques Nacionales son las lagunas. Así son: al frente una montaña nevada, armónica combinación de rocas y nieve. De los glaciares descienden los riachuelos que llenan la laguna. A ambos lados montañas cubiertas de bosques hasta media altura Lago Louise Lago Peyto  y rematadas por picos rocosos de elegantes formas. Lo que el extasiado viajero contempla son las montañas y los bosques reflejados en el espejo de agua, algunos de los cuales son azules y otros verdes, todos limpísimos. Dan ganas de quedarse a vivir allí, arropado por el embrujo de la belleza y la solemnidad del entorno. Se puede dar la vuelta completa a las lagunas por senderos en los que el viajero se sumerge en el silencio y forzosamente entra en comunión con el paisaje.

Así y poseídos por el consejo de Teilhard de Chardin: "Dejadme sentir la inmensa música de las cosas", visitamos muchas lagunas. Estas son algunas: Waterton, Lake Louise, O’Hara, Morraine, Vermillon, Olive, Peyto, Minnewanka, Johnson, Maligne, Medecine,Waterfowl, Bow, Emerald. Podría describir la espectacular belleza de todas, pero me limitaré a tres: Morraine, metida en un hueco coronado por 10 picos altivos; Peyto, alargada, primorosamente orlada por una cinta de bosques y Emerald, que hace honor a su nombre, una esmeralda, gota de aceite. Pero no puedo resistir la tentación de hablar de otras dos: Lake Louise y Lake O’Hara. Un precioso caminito ascendente nos llevó por un costado de Lake Louise hasta Lake Mirror y más arriba a Lake Agnes. Tres fabulosas lagunas escalonas que vierten sus aguas las unas en las otras. La vuelta completa a Lake O’Hara fue la más exultante de todas.Ese día los espíritus del bosque, del viento y del agua parecían poseerme. Nos fuimos en silencio, lejos los unos de los otros, para que cada uno estableciera sus complicidades con el cosmos.

Aunque cascadas veíamos desprenderse por todas partes en las montañas, hubo un día especial que nos fuimos “de cascadas”. Encadenamos tres, las tres de nombres tan curiosos como espectacular su belleza: Helmcken, Dawson y Spahat. La primera y la tercera, altísimas y encajonadas en profundísimos cañones y, la segunda, no muy alta, se explaya de lado a lado en el río que la forma.

Cuando me dijeron que había un río rojo, comencé a temblar y a temer por Caño Cristales, el río colombiano que dí a conocer a propios y extraños. Se llama River Red Creek y en verdad es hermoso en su único color rojo, debido a la coloración de las rocas. Siendo hermoso no lo es tanto como nuestro Caño Cristales que tiene cinco colores

Clint Eastwood dice que los mejores escenarios para los Western se encuentran aquí, cerca de Calgary y de sus Rocosas. Allí se han filmado decenas de estas películas siendo la más famosa y reciente: The Revenant, con Leonardo DiCaprio y su lucha épica con un oso.Y la inolvidable serie de la Familia Ingalls o La Pequeña Casa de la Pradera también se filmaron aquí.

Volver a Canadá, a sus Parques Nacionales, a sus bosques, a sus cascadas, a sus lagunas, a sus montañas y a sus glaciares es volver a un Shangri-la de belleza y de paz. 

Texto: Andrés Hurtado García.

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