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Tras 200 años de independencia Cartagena, la Ciudad Heroica

Por: Alejandra Buitrago Salamanca


Cada piedra de esta ciudad colonial pero moderna, declarada patrimonio histórico de la humanidad por la Unesco, guarda una leyenda viva. Si hay un ancla de la historia americana en los últimos cuatro siglos, desde 1533 cuando el conquistador español Pedro de Heredia la fundó, con el apoyo de la india Catalina, hija del cacique de Galerazamba, es Cartagena.

Corría el 11 de noviembre de 1811 cuando los cartageneros, reunidos por Germán Gutiérrez de Piñeres en el barrio Getsemaní, perdieron la paciencia por la tardanza de la Junta Suprema de Gobierno para aceptar el acuerdo en el que Cartagena se declaraba soberana y autónoma. La multitud enardecida entró a la Plaza de la Aduana, se aprovisionó en la Sala de Armas y logró la firma del Acta de Independencia absoluta de España.

Pero la corona española no se quedaría quieta al ver cómo perdía uno de sus tesoros más valiosos de la colonia granadina y una vez cerrado el capítulo de su guerra contra Napoleón, envió a Pablo Morillo, apodado el Pacificador a reconquistar los territorios que hasta ese momento se veían perdidos.

El 20 de agosto de 1815 Morillo y sus tropas llegaron a bloquear a Cartagena. No se atrevieron a tomarla a sangre y fuego pues sabían que estaba muy defendida, tanto por sus habitantes como por las murallas y fuertes que la rodeaban. Pero jamás sospecharon que los patriotas se atrincherarían en su ciudad resistiendo tres meses entre las murallas. Las provisiones se terminaron y debieron comer incluso roedores; se desataron epidemias y murieron más de 300 personas.

Quisieron volar la ciudad amurallada con Morillo y todos incluidos, pero al final los patriotas cartageneros decidieron abandonar el lugar sin rendirse, escapar y buscar ayuda en el exterior para después volver y recuperar lo perdido.

Así fue, y en todas las naves disponibles en el momento se organizó la multitudinaria salida. Sin embargo, los capitanes de los barcos los traicionaron y los entregaron a los españoles para ir a morir a tierras extrañas. Algunos pudieron quedarse en Haití con Simón Bolívar para luego liberara Venezuela.

Este doloroso y valiente capítulo de la historia le valió el nombre de “Ciudad Heroica”. No importa cuál sea el monumento, esquina, muralla, castillo, fortaleza, playa o bahía, todos tienen inscrito en su memoria ese momento orgulloso y altivo de la historia, que abrió el camino victorioso de Colombia a la libertad.

Al mismo tiempo, se levanta como una ciudad que en los últimos años se transformó en un punto turístico moderno y sofisticado, con la construcción de espigadas y muy altas torres de modernos hoteles al borde de la playa.  Hoy esta ciudad tiene mil caras. Las playas que pisan decenas de miles de turistas bajo un sol ardiente, pegadas a una ciudad amurallada que conserva la arquitectura española colonial, con balcones de madera tupidos de flores, inspiración de pintores, fotógrafos, poetas y enamorados.

Cartagena es el centro turístico más visitado del país, donde se reúnen durante el año congresistas de todo el mundo a realizar encuentros médicos, científicos, históricos, espirituales, literarios, cinematográficos, artísticos, políticos o económicos. Incluso, se han fortalecido lazos con Cádiz a nivel académico, cultural y comercial.

Por eso, quien quiera vivir a fondo el bicentenario del grito de independencia de Colombia debe venir a Cartagena y recorrer cada calle del Corralito de Piedra, cuyas mansiones fueron convertidas en hoteles cinco estrellas; las casas de prestigiosos escritores y artistas como Gabriel García Márquez y Juan Gossaín; de empresarios nacionales y extranjeros, el epicentro de la cultura y el goce.

Mientras el visitante disfruta de una deliciosa bebida, mezcla de algún licor con frutas típicas y degusta un plato a base de pescado en la internacional y concurrida Plazoleta de Santo Domingo, corazón de la ciudad amurallada, imagina el trajín de ese mismo lugar unos siglos antes. Una hilera de vendedores ambulantes ofrece artesanías típicas. Aquí son comunes los relatos de ánimas en antiguas casas que se hacen escuchar, sentir o, incluso, ver por intuitivos observadores. Así es la noble Cartagena, que por los siglos seguirá siendo la amada esquina de América, legendaria, cálida, alegre y soberana.

Los sitios obligados

Las murallas: fortificaciones que rodean el casco antiguo de Cartagena con una extensión de 11 kilómetros, encierran la denominada Cartagena Antigua o Ciudad Vieja.

Torre del Reloj: edificación amarillo mostaza, anuncia la llegada a la Ciudad Amurallada.

Castillo de San Felipe de Barajas: obra de la ingeniería militar que protegió a la ciudad de diferentes asaltos y ataques piratas. Construido entre 1536 y 1657 por los españoles y erigido sobre la colina de San Lázaro. Su interior se compone de túneles, galerías, desniveles y trampas.

Estatua de Blas de Lezo, almirante español que se desempeñó como comandante general de Cartagena de Indias y defendió a la ciudad del ataque inglés en 1741.

Monumento a los Zapatos Viejos, en homenaje al poeta cartagenero Luis Carlos López, famoso por el soneto con el nombre del monumento.

Las Bóvedas: construcción de 47 arcos y 23 bóvedas, considerada la última obra del período de la colonia. Fue usada con fines militares y hoy sirve de albergue para almacenes de artesanías, al norte de la Ciudad Amurallada.

Fuertes de San Fernando y San José de Bochica. Construcciones en forma de herradura, semejan un laberinto de piedra. Por allí se pasa camino a las Islas del Rosario. Quedan en el extremo sur de la Isla de Tierrabomba, cerca del poblado de Bocachica. Paso obligado de grandes embarcaciones.

Islas del Rosario, parque reserva natural que tiene bajo sus aguas una riqueza natural milenaria; conservado por el Gobierno Nacional por la riqueza de sus especies coralinas nativas.

Hotelería moderna con sabor ancestral

Charleston Santa Teresa

Cartagena conserva el misterio de su pasado que habla a cada instante, pero, al mismo tiempo, se levanta como una ciudad, que en los últimos años se ha ido transformando en un punto turístico moderno y sofisticado, con la construcción de espigadas y muy altas torres de modernos hoteles, al borde de la playa. La ciudad no tiene nada que envidiarle a las mejores zonas de Miami o Panamá.

Pero hay otra parte de esa hotelería que aún se confunde con la historia. Son esos hoteles camuflados en las murallas y en el pasado. Uno de ellos es el hotel Charleston Cartagena, Claustro de Santa Teresa, que aún conserva la esencia misma de esas inmensas piedras de la fachada, pero con el toque más vanguardista que le imprime el siglo XXI.

Modernidad e historia

El hotel Charleston Santa Teresa está localizado dentro de la ciudad amurallada, rodeado y siendo parte de este patrimonio de la humanidad llamado Cartagena.

Con una ubicación privilegiada cerca al Centro de Convenciones Getsemaní y a sólo minutos de la ciudad moderna, el sabor, la historia y la mística de Cartagena de Indias se encuentran aquí, en este hotel. Este es un lugar donde la historia permanece viva, donde los estilos colonial y republicano ofrecen un contraste singular y armónico para el pleno goce de los sentidos.

Las habitaciones del Charleston Santa Teresa están distribuidas en dos torres, una colonial que data del siglo XVII y otra republicana construida a principios del siglo XX. Remodeladas hace pocos meses por el reconocido arquitecto Humberto Gómez, estas lujosas habitaciones satisfacen a plenitud las exigencias de los visitantes, mezclando los más finos elementos de la tradición cartagenera con los más modernos equipos de la hotelería actual, todo con el propósito de proveer el más cómodo y lujoso alojamiento.

El Charleston Santa Teresa Cartagena tiene 60 habitaciones estándar, 23 junior suite, 5 grand suite y 1 suite presidencial. Adicionalmente, el hotel cuenta con 5 habitaciones tipo spa con diseños de lujo que invitan a la relajación, la paz y la armonía. Todas las habitaciones están dotadas con televisor de plasma, canales de cable, aire acondicionado, despertador, cajilla de seguridad, minibar e internet inalámbrico.

En sus paredes se ubican las fotos más lindas de la tradición cartagenera, que iluminan y embellecen aún más los muros centenarios de los cuartos. Esos cuadros fascinantes han sido obra de Felipe Quijano, un gran artista que experimentó en lo análogo, en los cuartos oscuros y trabajó mucho en blanco y negro.

Sus fotos de gran formato saltan a la vista por llevar al extremo el blanco y el negro y estar salpicadas de un rojo intenso o de un amarillo. La intención es lograr contrastes sin saturar los colores y dejar sólo unos cuantos que atrapan la mirada. El resultado puede parecerse a una obra hecha en carboncillo con unos apéndices en óleo. Realmente fascinantes.

El spa milenario

Pero no son sólo las habitaciones. El hotel Charleston Santa Teresa Cartagena diseñó para sus huéspedes un moderno y lujoso spa, inspirado en terapias, filosofías y tradiciones milenarias del Oriente, combinadas con elementos del mar Caribe. El diseño sofisticado de este espacio incita a la relajación, la paz y la armonía. Deléitese en la piscina que ofrece un masaje de hidroterapia de chorros, o si lo prefiere, en el baño turco o el baño privado con vista al mar. En el spa también puede purificar su cuerpo con las infusiones de hierbas y frutas tropicales típicas del Caribe.

Además, el hotel ha diseñado un exclusivo gimnasio que cuenta con modernas máquinas de ejercicios y televisores de plasma que le permiten al huésped continuar con su rutina diaria.

Mar adentro

Y aún hay más. Recientemente la cadena hotelera adquirió un sofisticado yate llamado Charleston, el cual ofrece un ambiente íntimo y sofisticado en las aguas de Cartagena. Dentro de este yate se podrán realizar cocteles privados y excursiones en el mar Caribe, disfrutando siempre del incomparable servicio del Charleston Santa Teresa.

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