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Ver otras fechasSi bien hace 10 años el interés por conocer esta isla se limitaba a visitar sus moáis, hoy la oferta turística en Isla de Pascua se ha diversificado con actividades de ecoturismo. Cabalgatas, senderismo, buceo y hasta paseos en yate, hacen parte de las opciones que tiene hoy el viajero.
Los visitantes son recibidos con una guirnalda de flores, como en Tahití o en Hawai. Eso sí, tan pronto se desciende del avión, cada uno recibe un volante que advierte en español y en inglés que se encuentra en un monumento protegido por ley: “Mire, no toque. No se arriesgue: quien provoque daños o alteraciones en los sitios arqueológicos se expone a penas de cárcel y multas”.
Y es que los motivos para concientizar al visitante sobre el cuidado del legado arqueológico que alberga la isla de Pascua tiene su razón de ser: Si bien hace 10 años el interés por conocer esta isla, a la cual se llega tras cinco horas de vuelo desde Santiago de Chile o Lima, comenzaba a asomarse, en ese entonces sus 3.791 habitantes debían recibir tan solo tres vuelos a la semana con turistas, que en esa época no eran más de 17.000 al año.Actualmente, no sólo habitan más de 4.000 personas en la isla, sino que los vuelos por semana se incrementaron a siete vía Santiago y a dos vía Lima a través de la aerolínea LAN, la única que llega a este destino, aumentando también el número de turistas a aproximadamente 50.000.
Claro, hoy el desarrollo turístico en isla de Pascua, que en polinesio significa “Isla Grande”, es más que evidente. Hace apenas unos años se construyó allí el primer hotel en Suramérica en contar con la certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Medioambiental), otorgado por el Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos (USGBC). Se trata del Explora Rapa Nui, elegido este año por la revista de viajes Travel + Leisure como uno de los mejores del mundo.
No obstante, hasta hace algunos años la oferta hotelera en la isla de Pascua se limitaba a pequeños hospedajes de carácter familiar que de hecho aún dominan la oferta de alojamiento. Posee aproximadamente 1.500 camas gracias a la reciente apertura de hoteles.
Pero hay más. Si bien en Rapa Nui los moáis siguen siendo su principal atractivo turístico, hoy la isla ofrece un abanico de opciones de ecoturismo que permiten al visitante no solo disfrutar de este museo al aire libre, sino realizar actividades guiadas como careteo, buceo, cabalgatas, caminatas, navegación, surf y mucho más.
Uno de los yates que ofrece la posibilidad de recorrer a Rapa Nui por mar es Varua Vaikava. Se puede tomar el tour hacia los islotes llamados Motu Nui, Motu Iti, y Motu Kao Kao, que se encuentran en la zona sur oeste de la isla.
Quienes se deciden por realizar el paseo hacia los islotes pueden sumergirse en las aguas de Rapa Nui y disfrutar del buceo de apnea con implementos dispuestos para los pasajeros. Este viaje dura alrededor de 3 a 4 horas, dependiendo de cómo se encuentre la marea. También se puede realizar un viaje hacia la playa de Anakena, pudiendo apreciar desde el mar las plataformas con moáis del sector de “Tahai”, “Ahu Tepeu”, entre otros.
El viaje toma aproximadamente seis horas y tiene la ventaja de que al llegar al sector se puede desembarcar para el disfrute de la playa y el recorrido de las plataformas con moáis que existen en el lugar. En ambos casos la embarcación zarpa desde la caleta de Hanga Piko y antes de comenzar con la excursión se realiza una pequeña charla sobre el viaje y las medidas de seguridad que se deben seguir durante el recorrido.
Una de las principales ventajas de este paseo es que el viajero puede observar cuevas y acantilados a los cuales desde tierra no se puede llegar por su difícil y peligroso acceso. Entre estas se encuentran las cavernas de ceremonias ancestrales, ubicadas principalmente en el sector suroeste, bajo el sector de Orongo.
Por su origen volcánico, Rapa Nui presenta una topografía submarina compuesta por cavernas, arcos, acantilados, plataformas de lava, entre otros, que sumada a la gran cantidad de corales, peces tropicales, color y claridad de sus aguas hacen del buceo, una experiencia única. Existen dos centros de buceo: Orca y Mike Rapu, ambos ubicados en Caleta Hanga Roa Otai. Entre los lugares de inmersión más conocidos de la isla están: Jardín, Omohi, La Catedral, Motu Kao Kao, Motu Nui, Motu Iti, El Puente, El Acantilado, las playas Anakena y Ovahe. Durante las inmersiones es posible apreciar peces como el tipi-tipi (pez mariposa), maito (pez cirujano), toremu (palometa), trompeta, loro y atunes; además de otras especies como las medusas, pulpos, caracoles y erizos. Cabe destacar que en Pascua existen cerca de 144 especies de algas y 111 especies de peces tropicales. De estos aproximadamente el 20% es flora y fauna marina nativa de la isla.
En Isla de Pascua el viajero puede disfrutar de cabalgatas que incluyen visitas a algunos de los lugares más representativos de Rapa Nui, como Tahai, cavernas y plataformas arqueológicas, el volcán de Terevaka y el poblado de Hanga Roa, entre otros. Empresas como Aku Aku Turismo ofrecen este tipo de servicio, saliendo desde Tahai hacia la costa norte, para regresar por el interior (Ahu Akivi), hacia el poblado de Hanga Roa. El recorrido tiene una duración aproximada de tres horas y media.
Más información en: Akuaku turismo
Asimismo existen varios senderos que recorren la isla. Uno interesante, aunque físicamente muy demandante, es la caminata llamada Ruta Patrimonial, que se extiende desde el museo Antropológico Padre Sebastián Englert hasta la aldea ceremonial de Orongo. Dura unas cuatro horas y cubre una distancia de siete kilómetros. Varios tour operadores ofrecen recorrer el Maunga Terevaka, la mayor elevación de toda la isla. Se puede subir desde Akivi, Anakena o Vaitea. El ascenso toma alrededor de 2 horas y para el camino de regreso se necesitan aproximadamente 3 horas.
También se puede seguir el camino que bordea la costa norte desde el Ahu Tahai hasta la playa de Anakena. Es muy difícil perderse, pero es fundamental llevar suficiente agua y comida, además de contar con un mapa detallado. También es recomendable llevar bloqueador solar, ya que no hay mucha sombra. Pascua también le ofrece a seguidores del ciclo montañismo la posibilidad de conocerla. Un clásico es el tour alrededor de la isla entera, visitando Anakena, Tongariki y Rano Raraku.
Existe otro paseo comparativamente corto que lleva desde Hanga Roa a lo largo de la costa, luego a través de tierra firme pasando por la cueva Ana Te Pahu y los moáis de Akivi, llegando después a la cantera Puna Pau para finalmente volver a Hanga Roa. La duración del recorrido, sin paradas, es de alrededor de dos horas. Sin embargo, debido a la gran cantidad de atracciones que se encuentran en el camino, es recomendado tomar esta ruta como un tour de medio día.
Y aunque todo se moderniza, los moáis siguen donde siempre. Rodeando la isla e impresionantes por su tamaño, que va desde los cuatro a los catorce metros. Hay más de 600 esculturas en pie y casi 400 acostadas que quedaron a medio construir. Tan intrigante como siempre es la historia que les dio forma humana a base de piedra volcánica, ojos de coral e inmensos sombreros de piedra roja o pukaos que hoy sólo coronan a unos pocos.
Por eso no se equivocan quienes definen a Isla de Pascua como “un museo al aire libre”. En 164 kilómetros cuadrados no sólo están los moáis. También están los ahu, altares al aire libre que recuerdan los marae (templo) tahitianos. Hoy admirar el ahu Tongariki, el más grande del lugar con sus 15 moáis y que años atrás derribó un maremoto; o los siete moáis que componen el ahu Akivi, el único cuyas estatuas miran hacia el mar, es un privilegio. Una ruta completa por todos los ahu puede resultar ambiciosa. Aunque en su lado más largo el triángulo insular no supera los 25 kilómetros, recorrer todo el perímetro costero deteniéndose en cada altar equivale a detenerse 300 veces frente a estatuas milenarias en diferentes estados de conservación.
Y si de recorrer la isla se trata, no solo no hay que dejar de visitar la capital, Hanga Roa, sino también Orongo, donde se encuentra un importante centro ceremonial. Igualmente Anakena, la playa más grande de la isla con cocoteros y aguas de color azul verdoso.
Hanga Roa es el epicentro para acceder a los principales destinos turísticos. Ahí se concentran sus casi 4. 000 habitantes, así como un creciente número de hoteles, cabañas, pubs, tiendas de artesanías y restaurantes que ofrecen espectáculos de baile polinesio. Para conocer bien la cultura rapa nui hay que recorrer su poblado, comer empanadas de atún en cualquiera de los puestos de comida que se extienden por Hanga Roa, vibrar con los cantos religiosos en su lengua originaria, así como visitar el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert y su rica colección arqueológica y patrimonial sobre la historia de los habitantes del Ombligo del mundo o Te Pito o Te Henua, el nombre nativo de la isla. Poco se sabe de su historia. Según la hipótesis más extendida, los habitantes de la isla descienden de los polinesios, aunque ciertas culturas del norte peruano o incluso de Oceanía podrían explicar los orígenes más antiguos de este pueblo. Como sea, lo cierto es que los isleños hablan español y rapa nui, tienen una cocina a base de pescados y mariscos, bailan moviendo las caderas al ritmo del ukelele (pequeño instrumento polinesio de cuerdas), se sienten pascuenses antes que de cualquier otro gentilicio, respetan el mandato de su Consejo de ancianos y seducen a todo aquel que caiga por esos lados.
Una de las muestras más importantes de moáis está emplazada en Hanga Roa. El complejo Tahai es uno de los mejores expon entes de ahu restaurados. Son tres altares con varias estatuas rodeadas por antiguas casas de piedra, fogones y milenarios embarcaderos de roca. Cerca del poblado sencuentra el ahu Akivi, cuyas siete estatuas observan la caída del sol en el mar y representan a los siete exploradores que, enviados por el rey Hotu Matua, colonizaron Rapa Nui. Se levantan a los pies del volcán Terevaka, al norte de la isla, el más alto de los volcanes pascuenses desde cuya cima, a 511 metros, se obtiene una impresionante vista de 360 grados.
Los ahu restaurados Nau Nau y Ature Huki son un buen pretexto para disfrutar de las templadas aguas turquesa de Anakena, el balneario por excelencia de la isla. Sobre sus blancas y delicadas arenas, se encuentran dos plataformas con moáis. El primero está ubicado justo al frente de la playa. Fue restaurado en 1980, por Sergio Rapu.
El segundo ahu, el Ature Huki, tiene sólo un moái y fue levantado en 1956 por un grupo de personas de la isla, dirigidos por Lázaro Hotus y Pedro Atán, junto a una expedición Noruega. Otro balneario pascuense es Ovahe que no tiene arenas de coral sino rojizas, así como acantilados de rocas rojas que son la delicia para los fanáticos del buceo y el careteo. Por ser menos concurrida que Anakena, además, permite cierta privacidad que los nudistas aprovechan durante todo el año. Es que, con una temperatura promedio de 20 grados, no existe el invierno en Isla de Pascua.
Uno de los platos favoritos de los turistas que visitan la tierra de los moái es sin lugar a dudas el ceviche. Esta comida se puede degustar preparada de distintas formas, con variados ingredientes y diferentes pescados como el atún, Toremo, Kana-Kana, Mata Huira, entre otros.
En los últimos años también se han inaugurado gran variedad de restaurantes y pubs, permitiendo al visitante disfrutar de platos típicos y gratos ambientes. Obligado es probar los ceviches o carpachos en el restaurante Te Kape y La Tinita, o tomarse un trago en el pub Aloha. También existen restaurantes un poco más refinados como el Te Moana, cuya especialidad es el ceviche con leche de coco. Si se busca algo más económico, los sándwiches en El Gordo o los carritos ubicados frente a Playa Pea, son buena opción.
Vía aérea a través de LAN Airlines al aeropuerto de Mataveri en Hanga Roa, con vuelo diario vía Santiago o domingos y miércoles, vía Lima. Luego mediante vía terrestre hacia los demás atractivos.
Hotel Hotumatua: Cuenta con 53 habitaciones y suites. Está ubicado a 10 minutos del centro de Hanga Roa. Habitación doble desde 120 dólares.
Se encuentra emplazado en la zona de la colina Te Miro Oone, con 9, 6 hectáreas frente al mar y a sólo 5,6 kilómetros de Hanga Roa. Sus habitaciones no cuentan con televisor ni conexiones a internet, pero sí todo lo que se necesita para tener un descanso reparador.
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