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Toronto, Montreal y Quebec

Lo mejor del este canadiense

Montreal

Naturaleza sin igual, arquitectura europea, una comunidad francófona y otra angloparlante, barrios con identidad propia y, por supuesto, unas cataratas que quitan el aliento… todo a sólo seis horas en vuelo desde Bogotá.

Canadá es uno de esos países incógnita para el que no lo ha visitado. No porque sea el segundo país más grande en superficie neta después de Rusia, ni mucho menos por ser el más septentrional del mundo.Lo que realmente sorprende al visitante son sus vastos territorios y bellezas naturales que se extienden desde la costa Atlántica y el océano Pacífico hasta el círculo Ártico, sus ciudades cosmopolitas, los pequeños pueblos al mejor estilo europeo, la gente hablando inglés y francés y, por supuesto, unas cataratas que quitan el aliento.

Claro, conocer estos 10 millones de kilómetros cuadrados requiere tiempo. De ahí que una buena forma de empezar a descubrir este país, otrora poblado únicamente por culturas aborígenes (Primeras Naciones) es recorriendo algunas de las principales ciudades de la Costa este.

Tras un viaje de seis horas vía Air Canada desde Bogotá, con escala en Toronto, se llega a Montreal. Vanguardista, provocadora, multicultural. Una ciudad que encanta con su estilo chic europeo y a la vez sorprende con su despabilada personalidad.

Entre el idioma francés y el inglés, inmigrantes de todo el mundo se combinan para hacer de esta una ciudad de muchas facetas y llena de fascinantes contrastes. Por un lado,están las calles adoquinadas del Viejo Montreal (Metro Place-d’Armes) donde aún sobreviven edificios del siglo XVII y se ven pasar elegantes carruajes. Estar en el Viejo Montreal es como estar en París, con sus fachadas de piedra gris y sus elegantes boutiques, galerías de arte, cafés y bistrós con gente degustando un buen vino. Es en esta zona en donde se encuentra uno de sus mayores íconos:la Basílica de Notre-Dame (réplica de la famosa catedral parisina) construida en 1.820 en estilo gótico.En esta zona también puede visitar varios museos dedicados al pasado, entre ellos el Pointe-a-Calliere, dedicado a la historia y arqueología de Montreal.

De las calles de la antigua colonia francesa se llega al Viejo Puerto, el alma social, económica y cultural de la ciudad desde que los franceses lo utilizaran como punto de intercambio para el comercio de pieles en el siglo XVII. Saque tiempo para pasear por su borde costero o bien tome un crucero por el río San Lorenzo, el segundo más extenso de Canadá.

La otra cara de la ciudad la representan las calles pavimentadas, los edificios modernos y la vida agitada del centro financiero que hacen recordar que Montreal es, ante todo, una metrópolis moderna. (La plaza Ville-Marie), donde se encuentra el cuarto rascacielos más alto de Montreal y uno de los íconos de la ciudad moderna. El edificio de 46 pisos fue construido entre 1958 y 1962 como la sede del Royal Bank de Canadá.

Pero si quiere una vista magnífica de la ciudad, y gratis, vista ropa cómoda y tenis para dirigirse a la cima del Mont-Royal (Montreal). El parque es obra del paisajista Frederick Law Olmsted, ideólogo del Central Park de Nueva York. Aquí se puede hacer ciclismo, trotar, hacer picnics y, en invierno, esquiar. La vista panorámica de la ciudad es incomparable y en una de sus laderas está el oratorio Saint-Joseph, al que llegan peregrinos de todo el mundo.

Otro parque imperdible es el Olímpico, sede de los juegos olímpicos de 1976. Comprende un estadio, la torre, el Biodôme y el planetario. Si se atreve, puede llegar por su cuenta tomando el metro y bajándose en la estación Pie IX. Claro que una de las mejores formas de conocer Montreal es a pie o en bicicleta. La ciudad tiene más de 600 kilómetros de ciclo rutas y cuenta con un moderno servicio a través del sistema “Bixi” - cuyo nombre combina las palabras bicicleta y taxi - en más de 300 estaciones distribuidas por toda la ciudad. El gobierno local espera ampliar la red a 800 kilómetros para el año 2015.

Una vez haya elegido cómo movilizarse, realice un recorrido por los barrios de Montreal para darse cuenta de que aquí, todos tienen su espacio. Cada uno es tan diferente de los demás, que resulta fácil orientarse con tan solo mirar alrededor: El Village, el barrio gay más grande de Norteamérica, es hoy un lugar lleno de restaurantes, bares, cabarets y lujosos hoteles, en los cuales se despliega con orgullo la bandera tricolor característica de esta comunidad. Entre junio y septiembre, su calle principal se convierte en peatonal para recibir a un millar visitantes que vienen a presenciar la Pride Parade, una de las marchas más importantes a nivel internacional.

No se puede dejar de mencionar Chinatow - demarcado por dos arcos rojos en los bordes norte y sur del Boulevard St-Laurenty el Plateau Mont-Royal-, donde bares, restaurantes, tiendas de famosos diseñadores y teatros, inundan esta zona.

Ir de compras

A la hora de comprar, la avenida Sainte-Catherine es la avenida comercial por excelencia, donde están las tiendas por departamentos más emblemáticas como La Baie, Ogilvy’s y La Maison Simons. Cada julio se realiza aquí la venta de liquidación al aire libre más grande de Canadá. Para los que prefieren las tendencias más alternativas, el Boulevard Saint-Laurent (conocido como“The Main”) tiene una variada oferta.

Durante el invierno y con temperaturas alrededor de los menos 30 grados, la mejor alternativa es salir de compras por los pasillos de la Ciudad Subterránea, a la cual se puede acceder por las estaciones de metro.

A la hora de comer

Una de las especialidades de la región son las famosas poutines, un mix de papas fritas, queso y salsa de carne que, por su alto contenido calórico, es el mejor revitalizante para los días de invierno o después de una salida nocturna. La Banquise (994 Rue Rachel Est.) es un restaurante sencillo pero amigable y abierto las 24 horas, que ofrece más de veinte variedades de este singular plato.

Québec

A sólo 250 kilómetros al noreste de Montreal, se encuentra Québec, la capital de la Provincia del mismo nombre. Las dos ciudades están comunicadas por las autopistas 20 y 40 así como por vía aérea y ferroviaria. El trayecto terrestre toma una hora en vehículo, por lo que se puede ir y regresar fácilmente el mismo día.

Es probablemente la ciudad canadiense con más influencia francesa. De hecho se le conoce como la “cuna de la Nueva Francia”. El pueblo francés estuvo apostado en estos territorios durante muchos años, mientras combatían a los británicos. Fue así como el estilo europeo se apoderó de todo a tal punto, que hasta sus calles parecen sacadas del mismo París.

Recorrer esta ciudad situada a la orilla norte del río San Lorenzo resulta fácil, ya que se divide en dos niveles: la Ciudad Alta y la Ciudad Baja. La primera, clasificada como patrimonio mundial de la Unesco, alberga tesoros como el castillo Frontenac, construido a finales del siglo XIX por una compañía privada como un hotel. El verde de la capa de cobre que recubre sus techos, el hecho de que ocupe el sitio de la antigua sede de gobierno de la Nueva Francia y su nivel de refinación lo han convertido en uno de los hoteles más bellos del mundo. ( Fairmont).

Esta zona también alberga diversos edificios históricos y museos, como el Musée de l’Amérique française (Museo de la América francesa), situado en el edificio centenario del Seminario y la Catedral de Notre Dame de Québec, en la plaza del Ayuntamiento, que posee numerosas obras de arte y los sepulcros de cuatro gobernadores de Nueva Francia.

La Ciudad Baja, por su parte, es el centro comercial y social de esta capital de los mil colores. Si desea comprar souvenirs, el barrio Petit Champlain es el lugar indicado. Constituido en realidad casi por la sola calle del mismo nombre, se accede a él bajando unas extensas escaleras, o por el funicular que comunica la parte alta (Haute-Ville) y la parte baja (Basse-Ville) de la ciudad. Aquí se encuentra de todo: tiendas de regalos, otras de productos de maple, tiendas de ropa y moda, incluso ¡un teatro!

En esta zona se encuentran además varios museos de historia y el célebre Museo de la Civilización ( Museo) que acoge exposiciones arqueológicas y antropológicas. No olvide darse una vuelta por el Vieux-Port (Puerto Viejo) que tiene un paseo a la orilla del río San Lorenzo.

A escasos 30 minutos de la ciudad de Québec existe una maravilla natural de visita obligada: las cataratas Montmorency: 83 metros de caída de agua que quitan el aliento. Adicionalmente, el puente suspendido ofrece una inigualable vista sobre el río San Lorenzo y la isla de Orleáns. Más información en: (Sepaq).

Toronto

La siguiente parada de este recorrido es un poco más al sur. Se trata de la ciudad más grande de Canadá y el centro financiero del país: Toronto. A menos de que se empeñe en ponerse un letrero en la frente, sacar un enorme mapa en medio de la calle, colgarse una cámara en el cuello y comprar miles de recuerdos en la tienda de regalos, en Toronto es fácil pasar inadvertido como viajero.

Y si se deja llevar por las calles de Toronto sin rumbo fijo, sin entrar a una sola tienda o museo, sin ni siquiera hablar con alguien, el viaje valdría la pena. ¿La razón? La ciudad en sí, es el atractivo.

En los barrios del centro de Toronto (incluido el barrio Financiero, Harbourfront y el Casco Antiguo), se encuentra la mayoría de los monumentos de la ciudad: uno de ellos, la emblemática Torre CN que se levanta en medio de todo. En 58 segundos y a 22 km/h, un ascensor de vidrio logra desafiar los 553 metros de altura que ostenta la torre y llega a un mirador desde donde se puede apreciar una vista incomparable de la ciudad.

Cuando la temperatura lo permite (en especial de mayo a octubre), puede caminar o alquilar una bicicleta. Recorra Queen Street West si quiere sentir la Toronto más joven y alternativa (ahí están los diseñadores, los bares, las discotecas) o tome Bloor Street para regresar al hotel cargando compras de marcas muy reconocidas.Un buen lugar para recorrer es la Destilería, un predio de varios edificios de ladrillo a la vista donde, a mediados del siglo XIX, comenzó a funcionar una próspera destilería. Hoy es un complejo peatonal de restaurantes, tiendas de diseño, galerías y teatro. Más información en (Queen Street).

Casa Loma es otra de las curiosidades de Toronto. Se trata de un castillo gigantesco construido por un multimillonario excéntrico llamado Henry Pellatt, quien trataba de tener una residencia a imagen y semejanza del castillo Frontenac de Québec. Su construcción lo arruinó y la ciudad se quedó con el inmueble para usarlo como museo. La ornamentada mansión del barrio de Forest Hill posee 98 dormitorios, dos torres y un montón de tenebrosos pasadizos. Abierto todos los días de 9:30 a.m. a 5:00 pm. Precio de ingreso: 20.55 dólares canadienses (Más información en: (Casa Loma).

Ir de compras

En el centro, sobre la calle Young (alguna vez considerada la más larga del mundo), se ubica el Toronto Eaton Centre, uno de los centros comerciales más importantes de la ciudad, con más de 250 locales de ropa, comida y artículos tecnológicos (Centro de Toronto).
Y si es invierno, no se preocupe. Las bajas temperaturas que oscilan entre los -5 C° y los -30 C°, generaron una de las cosas más increíbles de Toronto: una ciudad bajo tierra con más de 27 kilómetros de extensión. Aquí se encuentran más de 1.200 tiendas que forman el mayor centro comercial subterráneo del mundo, el cual se conecta con cincuenta edificios de oficinas, cinco estaciones de metro, seis grandes hoteles y veinte parqueaderos.

No olvide visitar el mercado St. Lawrence, nombrado como el “Mejor Mercado de Comida del Mundo 2012* por National Geographic. El atractivo de este sitio es obvio: carnes, lácteos, verduras… todo impecablemente presentado en stands que, en definitiva, dan cuenta de la pulcra idiosincrasia local. (St.Lawrence Market).



Las cataratas que quitan el aliento

A sólo una hora en tren y hora y media en vehículo desde Toronto, se encuentran las imponentes cataratas del Niágara en la frontera con Estados Unidos. Allí una de las experiencias más recomendables es el paseo en helicóptero: 8 minutos de sobrevuelo con un audio guía durante todo el trayecto. Además de los clásicos miradores desde donde se puede sentir de cerca la naturaleza y el increíble ruido que produce la fuerza del agua al caer, también se pueden visitar los saltos en el barco Maid of the Mist, que llega casi hasta la misma catarata.

El último día de operación es el 31 de octubre (Maidofthemist). Después de la aventura, una buena idea es conducir a Niágara on the Lake y tomar el almuerzo en este pueblo con sabor inglés. Finalmente aproveche el viaje de regreso a Toronto para recorrer las bodegas de los alrededores donde se elabora el vino más famoso del país: Icewine.

Datos Útiles

Cómo llegar

Air Canada ofrece vuelos diarios sin escala a Toronto (Air Canada) y conexiones a Montreal, desde y hacia Bogotá, excepto los lunes, jueves y sábado.

Dónde dormir

  • En Montreal: Sheraton Montreal - 1201 Boulevard René-Lévesque (Sheraton Montreal)
  • En Québec: Le Château Frontenac - 1 rue des Carrières (Fairmont)
  • En Toronto: Shangri-La Toronto - 188 University Ave. (Shangari - Toronto)

Documentación

Si requiere tramitar visa canadiense, debe diligenciar en línea los formularios de solicitud y la lista de verificación de documentos de acuerdo a su tipo de viaje directamente en la página web de la Embajada de Canadá.(Documentación) www.fairmont.com/frontenac-quebecColombiacolombie/visas.

Para radicar la documentación debe dirigirse al CRSVC (Centro de Recepción de solicitudes de visas para Canadá en Colombia), regido por VFS Colombia, ubicado en la carrera 11A No. 93 - 52 Oficina 303, edificio torre 93, en Bogotá. (Información de visa)

Por:Sandra Aguilera

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