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Madagascar al natural


En esta isla no hay grandes lujos, buenas conexiones aéreas internacionales o modernas carreteras. A cambio, el viajero tiene a su disposición una de las faunas más ricas y variadas del mundo, de la cual hace parte más de 80 especies de lémures. Eso sin contar las cincuenta áreas protegidas entre reservas y parques naturales que pueden visitarse. Te contamos por qué Madagascar es el destino ideal para el turismo ecológico.

Imagina una isla donde el olor de la vainilla y las especies se entremezcla con la fauna más original del planeta: lémures, el aye-aye, la tortuga araña, varias especies de tortugas marinas, zorros voladores, cocodrilos, el curioso tenrec… Un santuario que aloja el 5% de todas las especies de fauna y flora del mundo y de las cuales el 70% son endémicas, es decir tan solo se pueden encontrar en ese lugar. A eso súmale siete ecosistemas diferentes, cincuenta áreas protegidas entre reservas y parques naturales y más de 500 kilómetros de playas vírgenes… ¿Alguna duda de que hablamos de un paraíso de la biodiversidad?

Hay poco turismo en Madagascar. De hecho se estima un número de 130.000 visitantes al año. Los disturbios políticos del pasado, la mala infraestructura de sus vías y la pobreza de la cuarta isla más grande el mundo, son factores que no atraen precisamente al turista. Sin embargo, con paciencia, con la mente abierta y un fuerte sentido de aventura, Madagascar resulta ideal para quienes quieren explorar un lugar jurásico en muchos sentidos, natural, endémico, único y con gran diversidad cultural.

La puerta de acceso a Madagascar es su capital, Antananarivo, más conocida como Tana. Se ubica sobre doce colinas y, a pesar de que no tiene monumentos dignos de considerarse como tales, es una ciudad trepidante desde el alba al atardecer. Y si bien es cierto que nadie viaja hasta esta parte del planeta para conocer esta ciudad, es un error abandonar la tierra de los merina, la tribu más poderosa del país, sin visitar antes el Palacio de la Reina o el Museo de Historia.

Ahora, si quieres conocer un auténtico zoco africano, hay que visitar el mercado de Anakely para comprar todo lo que puedas imaginar. También puedes conocer el Parque Botánico y Zoológico de Tsimbazaza, en el que se encuentra el Museo de la Academia Malgache.
Una vez hayas descubierto los encantos de la capital, una buena idea es tomar la ruta N7, una de las principales carreteras del país, para conocer Antsirabe, una animada ciudad fundada en 1870 para los noruegos. En el camino te encontrarás arrozales en terrazas, entre llanos y colinas. Una buena idea es parar en Ambatolampy, famoso por la elaboración de cazuelas en aluminio.

Al este de Antsirabe empieza la primera de las experiencias que se pueden vivir en un país donde viajar sigue siendo sinónimo de aventura. Se trata de la navegación del río Tsiribihina entre Miandrivazo y la ciudad de Belo sur. Son jornadas dedicadas a navegar el mayor río del Oeste malgache de manera tradicional- a veces en canoas con motor- en compañía de piragüeros y pescadores de la etnia Sakalava. El descenso de cincuenta kilómetros de curso fluvial dura dos días y medio. En las orillas del Tsiribihina avistarás el martín pescador y el drongo crestado. Un poco más esquivos son los lémures, los camaleones o los cocodrilos.
El viaje fluvial finaliza con un traslado en carreta tirada por cebúes, seguido de una hora más en 4x4 hasta Belo sur Tsiribihina, donde hay que atravesar una sabana hasta Bekopaka, puerta de entrada al Parque Nacional del Tsingy de Bemaraha.

Bosque de piedra


Tsingy significa en malgache, la lengua de los habitantes autóctonos de Madagascar, “donde no se puede caminar descalzo”, sabio consejo para los visitantes de la Reserva Natural Integral de Tsingy de Bemaraha, un auténtico bosque de tsingys o pináculos de piedra formado por las grandes precipitaciones de la zona que han formado su peligroso y puntiagudo perfil.

Para los amantes de la fotografía este lugar resulta muy llamativo puesto que los horizontes que aquí se ofrecen son únicos.

Dentro de la reserva se encuentra el Parque Nacional de Tsingy de Bemaraha, el espacio protegido más grande de la isla (cuenta con 152 mil hectáreas), y declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1990. Las motivaciones para recorrerlo van desde el interés científico hasta la contemplación espiritual, pasando por el avistamiento de aves, el trekking y las excursiones educativas, ecológicas o simplemente turísticas. La aventura comienza circulando en 4×4 por pistas de tierra rojiza a través de bosques para luego subir los vehículos en barcazas que cruzan los grandes ríos que están en la zona. La entrada al parque depende del estado de estas rutas, cuya accesibilidad está condicionada a su vez por la temporada.

Existen siete circuitos a elegir, desde el fácil - de dos kilómetros en una hora - hasta los de entre tres horas y dos días, que se enriquecen con visitas a antiguas tumbas, navegación en canoa por el río Manambolo, descenso en rappel a un pozo calcáreo e incluso exploraciones espeleológicas por galerías subterráneas.

La avenida de los boababs


Desde Morondava a Belon’i Tsiribihina, tendrás otro encuentro con un paisaje de ensueño: la Avenida de los Baobabs. De las nueve subespecies que existen en el mundo, seis son endémicas de Madagascar.

En época seca se aprecian sus ramas desnudas mientras que en otras estaciones es posible verlos con hojas y sus flores de pétalos blancos. Su fruto es una baya comestible que se emplea, entre otros usos, para alimentar a las cabras. Para algunos habitantes de la isla, estos solitarios árboles albergan espíritus, por lo que no es raro encontrar ofrendas a sus pies.

Intentar abrazar el perímetro del tronco del árbol es una imagen típica en el lugar… Una tarea complicada ya que el diámetro en la base de la Andasonia, por ejemplo, uno de los tipos de Baobab que está en la avenida, puede llegar a los once metros.


La Ruta Nacional 7 es la carretera que te llevará hasta Ranohira, la ciudad puerta de este parque creado en 1962 y administrado por Parques Nacionales de Madagascar desde 1997. Es el lugar ideal para observar escarpados montes, formas rocosas casi imposibles, oasis con piscinas naturales de aguas cristalinas y cascadas vírgenes rodeadas de exuberante vegetación; barrancos y desfiladeros, llanuras y enormes cañones, ríos… La fauna también ofrece grandes sorpresas endémicas: varias especies de camaleones colgados de las ramas, impasibles al senderista, son tan solo una muestra de la cantidad de reptiles que aquí se descubren.

Para recorrerlo hay varias opciones de trekking: Circuito piscina natural y Malazo (fácil y apreciado por los excursionistas), Namaza, Cañón de la Ratas y de los Makis (Profundas gargantas, vegetación exuberante y observación de lémures).

El Cañón de Singes es otro de los lugares destacados de este Parque Nacional, un sendero a través del cual puedes caminar mientras disfrutas de sus cascadas y de su piscina natural.

Para tener en cuenta

Cómo llegar:
Air France vuela a Antananarivo vía París cuatro veces a la semana.
Los vuelos internos de Air Madagascar conectan casi todas las grandes ciudades.

Dónde dormir
En Antananarivo: Niaouly Hotel Pequeño, con ambiente familiar y una excelente vista.
En Monrondava: Renala Au Sable d’Or. Para dormir en un bungalow sobre la playa. El restaurante es digno de premio.
En Isalo: Un ecolodge con bungalows con vista a la sabana.
Información Turismo Madagascar

 

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