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Si se busca un rincón madrileño donde los sabores, aromas y texturas despierten los sentidos, el Mercado de San Miguel es el lugar perfecto. A un paso de la Plaza Mayor, este espacio conserva su estructura de hierro de principios del siglo XX y es hoy un referente de la cultura gastronómica española.
El Mercado de San Miguel mantiene su imponente estructura de hierro desde inicios del siglo XX. Caminar por sus más de 4.000 metros cuadrados es descubrir la elegancia de un diseño industrial que se fusiona con la tradición madrileña.
Los techos altos, ventanales de piso a techo y detalles en cerámica invitan a viajar en el tiempo. A pesar de su renovación en 1999, sigue preservando su esencia original, con locales llenos de encanto y historia viva.
Aquí se saborea España a través de los sentidos: jamones ibéricos, paellas humeantes, tapas recién hechas, mariscos frescos y quesos curados conviven con vinos locales y dulces tradicionales. Más de 75 puestos ofrecen una mezcla perfecta entre tradición y modernidad.
Habla con los artesanos del sabor, prueba frutas frescas y embutidos, déjate tentar por postres como tartaletas y turrones, y siéntate a disfrutar con calma del ambiente cálido y cosmopolita de este lugar sin igual.
Cada puesto del mercado tiene una historia que contar. Algunos llevan generaciones sirviendo platos emblemáticos que forman parte del alma de Madrid. Comer aquí es una experiencia social, cultural y emocional.
Desde un clásico bocadillo de jamón ibérico hasta un pulpo a la gallega, todo está dispuesto para que el visitante disfrute, comparta y recuerde. Muchos locales aún pertenecen a familias que han transmitido recetas, técnicas y secretos a lo largo de décadas.
Justo al salir del mercado, la Plaza Mayor extiende su alfombra urbana para invitar al paseo. Aquí, los sabores no solo se degustan: se comparten en mesas al aire libre, se acompañan con risas y se maridan con el sol de la tarde o el vino de verano.
Prueba unas aceitunas rellenas de salmón, acompáñalas con tinto de verano y termina con una tartaleta de frutas. Este rincón madrileño es, sin duda, uno de los imperdibles para quienes buscan una conexión auténtica con la esencia española.
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