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Un Museo que cuenta la historia del Acordeón 


Valledupar huele a vallenato; ese género musical que en 2015 fue declarado por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La ciudad, localizada en el nororiente colombiano, vive por y para su música, ya sea por sus parrandas y piquerias, por las esculturas en sus avenidas que rememoran un pedazo de acordeón o a los tres integrantes de un conjunto tradicional de ese género musical; o por un internacionalizado festival a donde confluyen año tras año más de 30 mil espectadores. 

De esa cultura hace parte la Casa Beto Murgas-Museo del Acordeón, un espacio en el barrio San Joaquín de la capital del Cesar, que cuenta historias sobre la evolución del instrumento que identifica, junto a la caja y la guacharaca, al folclor vallenato y que revive parte de historia de sus protagonistas. 

La idea la concibió el compositor, coleccionista y acordeonero Alberto “Beto” Murgas quien, tras contar en su haber con unos diez acordeones que coleccionó por gusto personal, intercambiar experiencias con amigos cercanos de la época como Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales y plasmar sus investigaciones sobre los orígenes del acordeón en un ejemplar de la revista del Festival Vallenato, tomó la decisión de convertir su casa en un museo. 

Un recorrido bajo la guianza de Murgas permite conocer la historia del primer acordeón patentado por el austríaco Cyril Demian (1829), del instrumento chino con el principio sonoro del acordeón (Sheng), de la colección de armónicas donadas por la Hohner y de los acordeones que esa casa alemana fabricó para Colombia: uno con el fuelle de nuestra bandera (1998); otro, bautizado Rey del Vallenato (2007) y, el más reciente (2017), llamado Emiliano Zuleta. Claro, también se tiene la oportunidad de apreciar un modelo de los Mileto, fabricados en Valledupar gracias a un “chispazo” de José Luis Sierra, con un peso de 3.5 kilos, especialmente para niños. 

La segunda sala del museo, llamada Turco Gil (Fundador de la Escuela de los Niños Vallenatos), recopila diferentes acordeones en el mundo: de República Checa, rusos, brasileros y franceses, entre otros. Junto a fotografías de juglares contemporáneos, están por ejemplo acordeones diatónicos como la concertina, el bandoneón - con que se interpreta tango- y Piano. También acordeones cromáticos como los italianos Dino Baffetti o los Gabanelli. Asimismo, el acordeón piano que la presidenta de Panamá Mireya Moscoso le regaló en 1999 precisamente al Turco Gil. 


La casa Beto Murgas- Museo del Acordeón también acoge una inmensa galería fotográfica de juglares y compositores como Diomedes Diaz, Emiliano Zuleta, Calixto Ochoa, Buenaventura Rodríguez y Escalona, entre otros. También coloridos murales con las dinastías de los López, de los Granados, así como una muestra de la evolución discográfica de los interpretes de ese género musical. Ya al fondo, al igual que al ingreso al lugar, se encuentran algunas esculturas en homenaje al acordeón realizadas por el artista Walter Arland.

Una visita imperdible no solo para los amantes del vallenato, sino para curiosos que deseen entender por qué personajes como Gabriel García Marquez llegó a decir que Cien Años de Soledad era un vallenato de 365 páginas… 

El museo abre todos los días y ofrece servicio guiado a las 10:30 a.m. y 3:30 p.m. 

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