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Ver otras fechasRecorrer hoy en día la que fue la ruta comercial más famosa de todos los tiempos significa, no solo reencontrar una historia dormida, sino descubrir parajes indómitos, ciudades escondidas, templos olvidados y desiertos dorados. Lo mejor es que el viajero puede hacer el trayecto completo en un viaje extenso, o elegir algunos de las ciudades de los países que la integran… China, Uzbekistán, Turkmenistán, Turquía e Irán.
Hace siglos la Ruta de la Seda fue una importante e imponente ruta comercial que unía Asia con Europa a través de una red de caminos que tenían en la seda su mercancía más preciada. A lo largo de más de 6.500 kilómetros se sucedían las aventuras que llevaban a los comerciantes desde China hasta Roma, a través de desiertos e imponentes ciudades que se codeaban con modestos asentamientos. La travesía duraba entre dos y tres años.
La ruta de la seda clásica contaba con diferentes caminos que, partiendo de Changan, atravesaban el corredor de Gansu hasta Kashgar, ciudad oasis, hoy Kashi. De ahí se bifurcaba en 2 rutas alternas: la del norte y la del sur, concluyendo ambas en Mashad para continuar atravesando Asia Central y Persia llegando a la Cuenca Mediterránea, teniendo como puntos terminales Alejandría al sur y Bizancio en el norte. De aquí partían embarcaciones de mercaderes dispuestos a llevarlas a Roma o, incluso, hasta los reinos hispánicos.
Hoy, en un intento por revivir su pasada gloria, la Ruta de la Seda se está reinventando a través del turismo. Desde Turquía, pasando por Kazakhsan, Uzbekistán, Azerbaiyán, Turkmenistán, hasta China. Tanto en avión como en tren o autobús, el viajero puede ir de un punto a otro de la otrora ruta comercial, para descubrir desiertos y montañas increíbles, así como monumentos y edificaciones de 3.000 años de antigüedad.
Claro, recorrer la ruta entera nunca fue fácil, ni siquiera hoy. De hecho, los mercaderes de antaño rara vez lo hacían. En lugar de ello solían viajar de bazar en bazar, comprando y vendiendo en ellos mercancías que, como en una carrera de relevos, pasaban de mano en mano hasta su destino final. Igualmente ahora lo más habitual es ceñirse a algunos de sus tramos: el inicial por China, recalando desde Xian hasta los oasis de Dunhuang y Turpan; su trayecto final por la hoy turca Antioquía y la espléndida Estambul o, a mitad de camino, adentrándose por las ciudades históricas del actual Uzbekistán: Khiva, Bukhara y Samarcanda.
La ciudad de Xian (antiguamente, Changan) marcaba el punto extremo al Este de esta ruta de intercambio comercial y cultural. A 35 kilómetros de la que también es llamada la capital de la seda, puedes visitar el Mausoleo del Primer Emperador de la dinastía Qin, listado en los Patrimonios Culturales Mundiales en 1987.
Siguiendo la Ruta de la Seda, en dirección noroeste, puedes conocer Dunhuang, una ciudad imperdible, tanto por tener las dunas más extensas de China como por sus tesoros arqueológicos. Allí se hallan las Grutas de Mogao (www.mogaoku.net), también conocidas como “Las Cuevas de los Mil Budas”. Se trata de cerca de 500 cuevas excavadas entre los siglos IV y XIV por los primeros monjes budistas que se instalaron en China, procedentes de la India.
Otra ciudad ineludible en este viaje es Kashgar, situada entre las montañas de Tian Shan y el desierto de Taklamakán. Antiguo centro político y comercial de la Ruta de la Seda. Kashgar unía a China con Samarcanda (en Uzbekistán) y otras ciudades de Asia Central. En la actualidad, es una ciudad musulmana, que atesora la mezquita Id Kah, la más grande de China, así como monumentos y bazares históricos. Imperdible visitar su mercado de los domingos cuando miles de personas de los alrededores se acercan para vender sus productos. A orillas del río Amarillo, en la región de Gansu, se encuentra Lanzhou. Centro comercial en el mapa de la Ruta de la Seda, era conocida como la “ciudad dorada” por sus minas de oro. Como testimonio de aquellos tiempos, puedes conocer hoy las Grutas del Templo de Bingling, con estatuas budistas hechas durante el siglo IX. Entre las cuevas, los personajes más importantes son Kwan-yin, Amitayus Buda, Sakyamuni, Maitreya Buda y otros Budas. Con posturas elegantes, túnicas voladoras y lazos, las estatuas parecen estar vivas. Los turistas pueden ir desde Lanzhou hasta el Condado de Yongjing en el desierto de Taklamakán (en chino, “quien entra, no sale”), este oasis ha sido durante siglos un lugar muy importante para las caravanas. Con más de 2.000 años de antigüedad, en el desierto se construyó el sistema de riego Karez, con el que el agua se llevaba a la ciudad. En la actualidad, sus ruinas son la atracción turística. Cerca de Turpan se pueden visitar las ruinas de Gaochang (la capital del Reino de la dinastía Han en el siglo II) y el complejo de cuevas de los Mil Budas de Bezeklik que fue un importante centro de aprendizaje budista entre los siglos V y IX y además un centro religioso en mitad del desierto por donde han pasado todas las religiones que, a lo largo de los siglos, han viajado junto a las mercancías más exquisitas por la Ruta de la Seda. en un autobús expreso, que toma cerca de una hora, y desde ahí se puede ir a las cuevas en yate, que en realidad es la única forma de ir allí y regresar.
Otra parada a través de China es la ciudad de Turpan. Teniendo en cuenta que está en el desierto de Taklamakán (en chino, “quien entra, no sale”), este oasis ha sido durante siglos un lugar muy importante para las caravanas.
Con más de 2.000 años de antigüedad, en el desierto se construyó el sistema de riego Karez, con el que el agua se llevaba a la ciudad. En la actualidad, sus ruinas son la atracción turística. Cerca de Turpan se pueden visitar las ruinas de Gaochang (la capital del Reino de la dinastía Han en el siglo II) y el complejo de cuevas de los Mil Budas de Bezeklik que fue un importante centro de aprendizaje budista entre los siglos V y IX y además un centro religioso en mitad del desierto por donde han pasado todas las religiones que, a lo largo de los siglos, han viajado junto a las mercancías más exquisitas por la Ruta de la Seda.
Por último, en la frontera con el Tíbet, se halla la ciudad de Jiayuguan. Allí, en 1372, se construyó un fuerte pintoresco, que constituye el final de la Gran Muralla China. El “paso de Jiayuguan” fue creado para controlar el ingreso de los mercaderes a la Ruta de la Seda en China y aún hoy se puede visitar. Vale la pena conocerlo por su impresionante estado de conservación, su valor histórico y sus increíbles paisajes, ya que se encuentra en pleno desierto de Gobi.
Irán tiene un patrimonio cultural y arquitectónico espectacular, gastronomía exquisita, magníficos parajes naturales y un pueblo afable y extremadamente hospitalario, pero recibe apenas cuatro millones de turistas al año, una escasa cifra que el gobierno de Hasan Rohaní trata de aumentar.
Las medidas para animar a los turistas han comenzado relajando la política de visados y desde hace meses son muchos los viajeros que entran al país con una visa expedida al llegar. Ahora, 190 nacionalidades pueden obtenerlo en el aeropuerto y para 2016 se planea implantar el visado electrónico.
Si decides visitar la República Islámica de Irán, que mantuvo una política de aislamiento con respecto a Occidente durante los últimos 35 años, una de las ciudades a recorrer es Bam, un antiguo centro de comercio de la Ruta de la Seda. Allí todavía sobrevive una fortaleza de adobe (Arg-é Bam), construida hace 2.000 años, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pese a que hubo un terremoto en 2003, aún hoy se puede visitar parte de la fortaleza y desde allí tener una excelente panorámica.
Otra ciudad para visitar es Tabriz. Cuenta con un enorme bazar cubierto donde puedes ver cómo se elaboran alfombras hechas con seda. De visita por estas tierras hace siete siglos, Marco Polo definió a la ciudad como “la más hermosa de todas” en Irán. Finalmente está Persépolis, la joya del primer imperio persa, cuyo palacio y terrazas tomaron más de 100 años en construirse. Regularmente atraen autobuses llenos de turistas extranjeros. Está ubicada a solo 70 kilómetros de Shiraz y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Si estás en busca de un destino exótico para tu viaje, Turkmenistán es una buena opción. Ashgabat y Merv, dos ciudades de la mítica Ruta de la Seda, hoy son parte de este país habitado por gran cantidad de tribus nómadas.
Próxima a la frontera con Irán se encuentra Ashgabat, su capital, también conocida como “Las Vegas de Karakum”. Antigua parada en la Ruta de la Seda, el Bazar de Tolkuchka y su Museo Nacional conservan ecos de aquellos tiempos. Es recomendable el viaje en tren hasta la aldea de las tribus Teke, para ver el cráter de Darvaza, más conocido como “La Puerta del Infierno”, el cual arde desde 1971. Si el tiempo lo permite, no olvides una excursión a Nisa Partaunissa, antigua capital de los Partias, con ruinas del siglo III a. C.
Otra ciudad-oasis de importancia en la Ruta de la Seda era Merv (hoy Mary), entonces llamada “La Perla del Este”. Durante quinientos años fue la segunda ciudad del Islam, detrás de Bagdad, y desde 1999 es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Allí puedes visitar el Parque Histórico y Cultural, rico en tesoros arqueológicos donde sobresalen el Mausoleo del sultán Sanjar y la fortaleza Kys Kala.
Las ciudades azeríes de Sheki, Shamakhi, Bakú, Gabala, Basgal y Lahij forman parte de ese recorrido que durante siglos llevó a Europa los ricos tejidos orientales y las especias más aromáticas.
Sheki es una de las ciudades más antiguas del Cáucaso: su nombre proviene de la tribu Sak, cuyos restos más antiguos datan del siglo VII A.C. La ciudad es conocida por su artesanía, especialmente por su labor orfebre y por los trabajos en seda.El palacio de los Khans de Sheki, es uno de los monumentos más reconocidos de la ciudad.Construido en la década de 1760, el interior del edificio está decorado por ricas pinturas y unas filigranas únicas.
Por su parte en Bakú, el paseo turístico clásico involucra una vuelta por la Ciudad Vieja, donde se encuentra el edificio insignia de la ciudad, la Torre de la Damisela (Maiden’s Tower), que supo ser la estructura más alta en el Bakú de antaño, y es parte de la muralla que solía proteger a la ciudad. La misma es Patrimonio de la Humanidad de Unesco. No muy lejos de ahí se encuentra el Palacio de Shirvanshah, otro ejemplo del lujo, el prestigio y el poder del que gozaba la ciudad durante la Edad Media.
La fortaleza de Icheri Sheher, con más de mil años de historia; la torre de Kyz Kalasy, del siglo XII, y el minarete de la mezquita de Synyk Kala, del siglo XI, son algunos de los lugares de mayor interés turístico de la ciudad, que aún conserva las calles estrechas y los macizos muros de la ciudadela.
Aunque no posee salida a ningún mar, Uzbekistán ostenta riquezas naturales e históricas que maravillan a los viajeros. En cuanto a sus ciudades, poseen una rica historia e innumerables monumentos históricos muy atractivos.
Los orígenes de Tashkent, su capital, se remontan al siglo II a. C. Si bien hoy es una ciudad moderna, en su Casco Antiguo el tiempo parece haberse detenido. Uno de los edificios más representativos son las Madrazas de Kudeldash y de Bara- Khan, ambas del siglo XIX. Es obligatorio visitar el mercado Chorsu Bazaar, el más antiguo, al norte de la ciudad, donde podrás comprar alfombras, cerámicas e instrumentos musicales, además de vestidos de seda y los jalat, abrigos masculinos de terciopelo con bordados de oro.
En el norte del país, entre dos desiertos, se encuentra Khiva, un oasis dentro de la Ruta de la Seda. Ciudad natal de Zoroastro, Khiva fue cuna de numerosas civilizaciones antiguas. No puedes dejar de visitar Ichan-Kala, enorme museo al aire libre declarado Patrimonio de la Humanidad.
Una de las ciudades más bellas por conocer es Bukhara. Pensar en ella es ponerse en la piel de mercaderes, viajeros y otras almas nómadas que hicieron suya la Ruta de la Seda. En sus 2.500 años de vida fue capital del Estado Samánida, cuna del gran Avicena, y un centro religioso del Asia Central. Sus monumentos atraen a viajeros de todo el mundo. El más antiguo es la Ciudadela Ark, construida especialmente como residencia de grandes Khans. También se destacan el Mausoleo de los Samánidas, el Complejo de Poi-Kalyan y la Necrópolis de Chor-Bakr, la cual creció alrededor de la tumba más venerada de Abu Bakr Sayed, en el pueblo de Sumitan, cerca de Bukhara.
Mención aparte merece el mausoleo de Ismail Samani, uno de los lugares más apreciados de la arquitectura de Asia Central. Fue construido en el siglo XIX (entre 892 y 943) como el lugar de descanso de Ismail Samani, un emir poderoso e influyente de la dinastía Samanid, una de las dinastías persas que gobernaron en Asia Central, y que gobernó la ciudad en los siglos X y XI.
Otra visita infaltable es a la ciudad de Samarcanda. Fue el cruce de caminos más importante del mapa de la Ruta de la Seda. La plaza de Registán forma uno de los conjuntos islámicos monumentales más famosos que existen (Madrasa de Ulugbek, Madrasa Shedor y Madrasa de Tilla - Kari). El mausoleo de Gur-Emir, la Mezquita de Bibi-Khanum y el Observatorio de Ulughbek son otros de los atractivos de esta ciudad.
Por sus bellezas tanto naturales como históricas, y por la amabilidad de sus habitantes, Turquía es uno de los destinos más bellos que puedes escoger para tu viaje. La costa turca del Mar Mediterráneo posee sol, playas e historia. Las principales ciudades turcas son Estambul, Esmirna y Ankara, y combinan modernidad y patrimonio histórico con la fuerza característica de su pueblo.
Estambul es la capital histórica y económica de Turquía, y era uno de los extremos del mapa de la Ruta de la Seda. Se levanta a un lado y al otro del Bósforo. Su atractivo principal es la ciudad vieja, pequeña y llena de monumentos espléndidos, como el palacio Topkapi con su parque, la de Hagia Sofía y la de Süleymaniye. En el Gran Bazar puedes comprar (y regatear) alfombras, platería, ropa e instrumentos musicales, y en el Bazar Egipcio, sabrosas especias. También puedes dar un paseo en barco hasta la parte asiática y ver las antiguas casas de madera de la costa y el palacio de Dolmabahçe.
Pero sin duda una de las principales atracciones de la capital turca es la imponente Mezquita Azul, aunque también hay otras mezquitas en la ciudad igual de bellas e interesantes, puesto que cada sultán construía una para conmemorar su reinado, a veces impulsado por sus esposas, como es el caso de la Mezquita Nueva.
Ankara, o Angora, como se le conoce por sus alfombras y sus gatos, es la capital administrativa. Ubicada en plena meseta de Anatolia, es una ciudad moderna con dos museos, donde puedes revivir sus 4.000 años de historia (el Etnográfico y el de las Civilizaciones de Anatolia). A 270 kilómetros de la ciudad, está la región de Capadocia, célebre por sus extrañas características geológicas. Tras la erupción del volcán Erciyes, hace miles de años, la lava solidificada se transformó en rocas blandas, fácilmente perforables. A lo largo de los siglos los habitantes del lugar aprovecharon esta cualidad de las rocas para horadar cuevas y formar viviendas, iglesias y monasterios.
Ya en esta región, es un error no visitar el Museo al Aire Libre de Göreme, donde se pueden ver numerosas iglesias, capillas y monasterios tallados en el interior de formaciones rocosas. Otra visita interesante en Capadocia son las ciudades subterráneas. Hay 37 ciudades abiertas y otras muchas que no han sido excavadas.
Finalmente la ciudad de Bursa se encuentra situada en el noroeste de Turquía y podría considerarse el extremo más occidental de Asia en la Ruta de la Seda. Alberga los mausoleos de los sultanes otomanos, ya que fue capital del imperio, y la gran mezquita de Ulu Camii, situada justo en pleno centro comercial de la ciudad, junto al histórico bazar cubierto y el mercado de la seda Koza Han, en donde los turistas no solo pueden adquirir gusanos y capullos de seda, sino saborear el tradicional té turco.
Si quieres visitar alguno de los países que integran el mapa de la Ruta de la Seda, te resultará útil saber cómo viajar a Turquía, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán, Irak y China, y también cómo desplazarte por el interior de estos países.
En primer lugar, las capitales de estos países reciben vuelos diarios desde Europa, con lo cual, una vez que elijas a dónde viajar, solo tienes que averiguar los horarios. Además del pasaporte al día, tanto en Uzbekistán, Turkmenistán, Irán como Irak, tienes que conseguir una visa obligatoria para entrar a cada país. En el caso de Uzbekistán, una vez allí, deberás validar tu pasaporte con la policía local.
Si quieres ir más rápido, puedes viajar en el Tren de Registán, un ferrocarril especial para viajeros que recorre tres países de Asia Central: Uzbekistán, Turkmenistán y Kazajstán. A bordo de este tren podrás llegar a las principales ciudades turcomanas y uzbekas, como Ashgabam, Merv, Bukhara, Khiva, Samarcanda y Tashkent. No es recomendable desplazarse en automóvil por estos países, ya que la mayoría de las carreteras no están pavimentadas.
Distinta es la situación de Turquía, donde se puede llegar a Estambul o a Ankara, su capital, tanto por aire como por tierra. Desde el centro de Europa, salen trenes diarios a Estambul, y también se puede hacer el mismo trayecto en autobús o en auto. Dentro del país, se pueden recorrer las distancias entre ciudades en autobús, ya que el servicio y la frecuencia son óptimos.
En Irán puedes escoger entre llegar en avión a la capital Teherán, o a Tabriz, otra ciudad importante en la historia de la Ruta de la Seda. Para desplazarse por el interior del país la mejor opción son los trenes, que conectan a Teherán con la mayoría de las ciudades principales. Si bien Irán cuenta con una extensa red de carreteras que llegan hasta Turquía e Irak, no siempre su estado es el mejor. Por su parte, como Irak recién se abrió al turismo en 2009, no cuenta con un sistema de transporte muy preparado.
Si eliges hacer un viaje a China para conocer la Ruta de la Seda, una posibilidad es ir en avión de ciudad en ciudad. Pero si quieres algo más económico, puedes optar por viajar en tren, ya que China tiene la red de ferrocarriles más extensa del mundo. Otra alternativa es hacer algunos tramos en autobús, aunque te requerirá más tiempo.
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