San Agustín para unos es arcaica.Para otros expresionista. Hay quienes la clasifican como naturalista, relaista y hasta abstracta.Pero la complejidad de la estatuaria de San Agustín, en el departamento del Huila, ha hecho no sólo que sea considerada uno de los grandes enigmas arqueológicos de Colombia, sino una maravilla turística declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La mayoría de estas estatuas se encuentran reunidas en el Parque Arqueológico de San Agustín, localizado en inmediaciones de los municipios de San Agustín e Isnos, aunque también se extienden por sitios como El Lavapatas, La Parada, Jabón, La Estrella, El Purutal, La Pelota y Los ídolos, entre otros.
San Agustín simboliza la capacidad que tuvieron las sociedades prehispánicas del norte de Suramérica para crear y expresar, especialmente en las esculturas monolíticas, los montículos de tierra y los corredores funerarios, su singular forma de organización social, así como su visión del mundo.
El arte escultórico del parque se caracteriza por su originalidad y sus grandes dimensiones. Abundan las representaciones de animales, especialmente felinos, monos, lagartos, serpientes, ranas, águilas y búhos.
Por lo general, las estatuas hacen parte de conjuntos funerarios que dentro del cual se depositaba el un sarcófago de piedra. Se construían caminos procesionales que conducían a las áreas aplanadas artificialmente donde se ubicaban algunas estatuas alrededor de los montículos. Otras estatuas se enterraron dentro de ellos, a manera de ofrenda. A pesar de que hay variación en la arquitectura funeraria, un patrón que se repite con frecuencia consiste en una estatua de gran tamaño acompañada de dos estatuas más pequeñas, una a cada lado, detrás de las cuales se construyó, con lajas de piedra, una cámara que contenía el sarcófago.
También hace parte de la estatuaria de San Agustín el “Doble y o” que no es más que la representación del guerrero como ser dual. Su presencia indica que existió una casta con las funciones de implantar la autoridad y establecer su dominio. De acuerdo con su papel como guardianes, fueron colocados por parejas a la entrada de los dólmenes (mesas grandes de piedra), protegiendo la imagen de la deidad. Los guerreros se encuentran armados con maza, escudo, dardo o piedra.
Dentro de la temática zoomorfa del arte agustiniano se destacan además el águila y la serpiente como símbolo de la creación, relacionado con la jerarquía política y el poder.
Se conoce que las estatuas fueron elaboradas entre los siglos I al Ix d.C por los habitantes de esta región durante una etapa cultural que se le conoce como “período intermedio”.
Entre los restos arqueológicos más importantes se destacan una colección de más de 400 estatuas de piedra, sarcófagos monolíticos, tumbas, tallas en roca viva, terraplenes, montículos y petroglifos, dispersos en un área aproximada de 500 kilómetros cuadrados.
El parque está legalmente protegido desde 1931 como bien de “utilidad pública” bajo tutela del Estado. En desarrollo de la ley, en 1938 se creó el Servicio Arqueológico Nacional, administrado a partir de 1952 por el Instituto Colombiano de Antropología (ICAN), hoy Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), como entidad directamente responsable de su estudio y administración.
Anualmente, más de 60.000 personas de diversas regiones de Colombia y de otros países tienen la oportunidad de apreciar directamente los vestigios de una enigmática cultura ya desaparecida, pero que dejó un importante legado sobre las particulares formas de organización que pueden tomar las sociedades humanas, la importancia de la religión y las concepciones sobre la muerte en la vida diaria de las culturas antiguas.
Al llegar al parque, el visitante encuentra la Mesita D, donde está localizada la sede administrativa y puede recorrer un museo que exhibe artefactos de distintos periodos. Desde allí puede comenzar el recorrido del parque iniciando por el Bosque de las Estatuas, un circuito de exhibición lineal al aire libre, en donde se han localizado 35 estatuas provenientes de diversos sitios funerarios dispersos en toda la región, incluyendo algunas de las tallas agustinianas más impresionantes.
A continuación se pueden recorrer cinco áreas monumentales restauradas y localizadas hacia el sur y el oeste de la Mesita D: las Mesitas A, B y C, la Fuente del Lavapatas y el Alto de Lavapatas.
1. El sitio conocido como Mesita A ha sido desde comienzos del siglo xx uno de los mayores atractivos del parque. Contiene los dos montículos funerarios más grandes del periodo Clásico Regional (1-900 d.C.), con cuatro metros de altura y treinta de diámetro, en donde se sepultaron en diferentes momentos, personajes de gran importancia. Los corredores y dólmenes de estas dos tumbas principales contenían al menos quince estatuas y estuvieron rodeados por numerosas tumbas de lajas de piedra más sencillas, probablemente de familiares de los caciques o señores principales que habían vivido en el área vecina.
2. En el sitio conocido como La Mesita B se constr uyeron tres grandes montículos funerarios, acompañados de al menos 63 estatuas. Contiene numerosas tumbas más simples de todos los periodos arqueológicos y un área residencial.
3. La Mesita C, es un sitio ocupado solamente desde el periodo Clásico Regional. En esa época se erigió allí un solo montículo funerario, ya inexistente, que estuvo acompañado de quince estatuas y rodeado de 49 tumbas relativamente simples. Las esculturas se hicieron con una talla poco profunda, sobre las caras de piedras grandes y planas, poco modificadas.
4. La Fuente de Lavapatas es un monumento lítico sin asociación funeraria descubierto en 1937 por los arqueólogos Gregorio Hernández de Alba y José Pérez de Barradas. Lavapatas es un gran complejo de canales, estanques y tallas de figuras humanas y animales, en el que predominan reptiles y anfibios.
5. En el Alto de Lavapatas se encuentra un montículo funerario monumental, acompañado por siete estatuas y rodeado por numerosas tumbas simples de lajas de piedra, incluyendo, directamente al sur del montículo, un grupo de diez sepulturas muy pequeñas, interpretadas como tumbas de infantes, seguramente pertenecientes a miembros jóvenes de la familia de un señor principal.
6. El Alto de los ídolos es otro centro ceremonial. Aquí se halla la escultura más alta del lugar, que mide más de cinco metros de longitud por 1,75 metros de ancho.
7. El Alto de las Piedras es también un sector funerario, con templetes y tumbas.
La región se llama Tierradentro. Así fue bautizada por los conquistadores españoles por su dificultad de acceso. La carretera que lleva hasta allí, en medio de ríos y montañas, es prueba de ello.
En los alrededores de la población de San Andrés de Pisimbalá, en medio de una abrupta topografía, se encuentra el Parque Arqueológico de Tierradentro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, para preservar, conservar, estudiar y difundir la riqueza de la zona prehispánica.El Parque Arqueológico Nacional de Tierradentro es mundialmente conocido por poseer la concentración más grande de tumbas subterráneas monumentales (Hipogeos) de la época prehispánica.
Administrativamente está en terrenos del corregimiento de San Andrés de Pisimbalá y dentro de la jurisdicción del municipio de Inzá, departamento del Cauca. Está conformado por cinco predios localizados en la zona de concentración de los hipogeos monumentales, a ambos lados de la quebrada de San Andrés, en un valle reconocido por la muy alta densidad de sitios arqueológicos de varios tipos y periodos, localizados sobre filos, cimas de loma y terrazas artificiales adecuadas en las pendientes.
Dentro de este parque, el visitante puede acceder a varios sitios arqueológicos que albergan las tumbas subterráneas o hipogeos y estatuas de piedra, las cuales se encuentran agrupadas en cinco zonas: Loma del Aguacate, Alto de San Andrés, Loma de Segovia, Alto del Duende y el Tablón. El parque arqueológico es administrado directamente por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, autoridad nacional para la protección del patrimonio arqueológico.
Los hipogeos y su cerámica, fechados tentativamente por radiocarbono entre el 600 y el 900 d.C., son un rasgo exclusivo de esta región.
Son urnas funerarias subterráneas para entierros secundarios (colectivos) que aparecen en grupos o cementerios sobre los filos y las cimas de lomas aplanadas artificialmente. Compuestos por una escalera de descenso y una cámara funeraria, se tallaron en la toba volcánica, formación geológica natural que predomina en la zona.
Según el Instituto Colombiano de Arqueología e Historia, la talla de las tumbas, que alcanzan los nueve metros de diámetro con profundidades de más de siete metros, se hizo con simples cinceles y azuelas de andesita y basalto, artefactos que se han encontrado en algunas de las excavaciones arqueológicas.
Igualmente se hallaron tumbas de pozo poco profundas para entierros primarios con una pequeña cámara metates, manos de moler, collares y vasijas de cerámica.
La mayoría de los hipogeos monumentales posee una elaborada decoración, pintada generalmente sobre un pañete blanco y en donde predominan los colores rojo, negro y amarillo, logrados con minerales abundantes en la región. Los motivos son, en general, geométricos, aunque hay también representaciones naturalistas, especialmente de animales, como las de las tumbas de El Aguacate.
• Alto de Segovia. Este sitio tiene 25 hipogeos abier tos al público. Contiene algunos de los más grandes, complejos y mejor preservados. Incluye varias tumbas con columnas centrales, algunos nichos y murales policromos que miden desde 2,5 hasta 6 metros de profundidad y presentan diversos diseños de escaleras y de distribución de áreas internas. En las excavaciones de estos hipogeos se encontraron numerosas urnas funerarias, cuencos y ollas. Buena parte de las piezas halladas se puede ver en el Museo Arqueológico localizado en la sede administrativa.
• Alto del Aguacate. El filo de esta montaña cuenta con 42 tumbas abiertas aunque se han detectado 64 tumbas monumentales, prácticamente en fila, una al lado de la otra. Muchas de ellas han sufrido deterioro a lo largo del tiempo, causados por la erosión, por excavaciones ilícitas y por vandalismo. Las tumbas de este sitio son relativamente pequeñas, lo cual se explica en parte por el reducido espacio existente sobre el filo. Carecen de columnas centrales, pero presentan numerosos nichos y cavidades circulares esculpidas sobre paredes pintadas con patrones radiales en rojo, negro y blanco, con motivos decorativos naturalistas.
• Alto de San Andrés. En este sitio se pueden visitar siete hipogeos de gran tamaño. Todos presentan decoración mural con motivos geométricos rojo y negro sobre blanco y columnas centrales. La profundidad de estos hipogeos varía entre 2,70 y 5,20 metros.
• Alto del Duende. Aquí se pueden visitar cinco hipogeos, todos con pintura mural. La profundidad de las tumbas monumentales de El Duende varía entre 1,40 y 5,80 metros.
• El Tablón. Ubicado en una meseta natural en el margen izquierdo de la quebrada de San Andrés, por encima del Alto de Segovia. En este lugar se pueden apreciar once estatuas caracterizadas por el naturalismo de sus rasgos, representaciones humanas de pie que se clasifican en dos grupos: las primeras son estatuas pequeñas y sencillas que representan seres humanos desnudos y casi sin adornos. El segundo grupo comprende estatuas masculinas y femeninas, de más de dos metros de alto.
Para llegar al Parque Arqueológico de Tierradentro, se debe tomar la vía Bogotá - Neiva (292.5 km, vía pavimentada), Neiva - La Plata (126 km, vía pavimentada) y La Plata - Parque Arqueológico (36 km, vía destapada).
El viaje por tierra tiene una duración aproximada de 10 horas, partiendo desde la ciudad de Bogotá. Si se viaja en automóvil particular, es recomendable hacerlo en vehículos de doble tracción, dado que, con frecuencia, el estado de las vías en Tierradentro es precario.
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