Se dice que el Carnaval de Riosucio o del Diablo es el más duradero del mundo, porque aunque se realiza cada dos años en una fiesta matachinesca de seis días, su instalación oficial se hace en julio del año anterior a la gran fiesta, acto que es seguido por cuatro decretos que se hacen públicos cada mes y el convite a mediados de diciembre.
Es uno de los municipios del Departamento de Caldas, ubicado a unas dos horas desde el norte de Manizales. También se puede llegar por la Troncal de Occidente, desde Medellín, Pereira y Cali.
Así con personajes, desfiles, chirimías, comparsas y el testimonio del diablo se da rienda suelta, del 6 al 11 de enero, a una de las fiestas más autóctonas que tiene Colombia, la cual se origina gracias a la mezcla de costumbres entre esclavos de Quiebralomo, indígenas de la Montaña y los españoles que colonizaron esta región.
Se dice que este carnaval, como el de Blancos y Negros de Pasto, se originó en el día libre (5 de enero) que concedió la corona española a los esclavos, quienes daban rienda suelta a sus tradiciones y bailes africanos con representaciones matachinescas que consistían en disfraces de capa y cachos para matar a la serpiente que representaba la sabiduría y la idea era apoderarse de esta.
Luego se unieron al festejo los indígenas, quienes rendían tributo a la virgen de la Chicha que se convertiría luego en la Virgen de la Candelaria. Los españoles no se quedaron atrás y salían en cuadrillas a caballo, para celebrar el día de Reyes.
Pero esta no es toda la historia. Riosucio, Caldas, fue fundado por los párrocos de Quiebralomo y La Montaña, dos pueblos mineros irreconciliables que cuando sus habitantes hicieron las paces, además de convertirse en un pueblo con dos plazas principales a una cuadra de distancia se mezclaron en una sola “diversión matachinesca” con leyes festivas que ordenaban la reconciliación de los antiguos rivales.
De estas leyes festivas surge el personaje principal, el diablo del Carnaval, que es la representación viva de tres culturas: El cuerpo atlético del negro, los rasgos y las garras del jaguar al que los indígenas rendían tributo, y los cachos del toro y las alas de murciélago de 5 puntas de la cultura española.
Este diablo no es más que un estado anímico, un espíritu que mueve a la diversión, danza, música y que ha inspirado a varios escritores y poetas a escribir acerca de él. Las cuadrillas son los intérpretes y el matachín el artífice de este despliegue de diversión.
Diversión que está dividida en cinco capítulos:
También están presentes en esta fiesta:
Por esto, en Riosucio se habla todo el tiempo del carnaval, como un estado del alma, lo que le da la identidad y el carácter al pueblo. Es un gran momento de libertad, donde la gente goza de todas las formas, es una liberación.
Este año “...se escuchan los cencerros a lo lejos, las flautas han endulzado los corazones, la danza es la luna en movimiento y el corazón palpitante augura el sol del Carnaval....”
¡Ya huele a Diablo, nos vemos en el próximo Carnaval!
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