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Disney en Orlando

Sácale el máximo provecho

Durmiendo donde los sueños se vuelven realidad

El lema principal de Disney - “Where Dreams Come True” - se vive de verdad cuando se duerme en uno de los hoteles que están dentro de la gran ciudadela de parques. Para mí, viajero por cinco continentes y por más de 140 países, esta es la auténtica octava maravilla del mundo, y hay que saber aprovecharla al máximo. Aunque solo he dormido en los más baratos de los hoteles al interior del conjunto de parques, creo que el primer consejo para aprovechar de la mejor manera esa experiencia singular, especialmente para familias con niños, es llegar directamente desde el aeropuerto al hotel en los buses gratuitos que los clientes tienen a disposición las 24 horas. Al subir a ellos ya es como llegar a Disney porque están ambientados con el mundo mágico, tanto en su exterior como al interior, con escenas legendarias de las películas de muñequitos de tantas generaciones.

Aunque se opte por hoteles más económicos, el viajero puede tener la tranquilidad que será atendido como VIP y si algo sale mal, puede quejarse, se lo solucionan, le agradecen por quejarse y le regalan algo para compensarlo. Son casi tan eficientes como en los parques, donde nada falla y la gente siempre sonríe.

Dentro de estos hospedajes económicos, el Pop Century es mi favorito porque recrea la cultura pop con enormes esculturas en varias partes de los grandes jardines del complejo hotelero y en las propias piscinas. Lo mejor es el lobby, donde hay un inmenso mural que es un auténtico museo de objetos estilo pop, como los walkman y otros aparatos recreativos de aquellas décadas. Está diseñado para conmover a cincuentones nostálgicos, pero también fascina a los pequeños de la era digital.

Son igualmente bien decorados los otros hoteles temáticos de bajo precio, All Star Music, Sports, All Star Movies y sobre todo, aunque es un poco más caro, el Art of Animations, de más o menos reciente construcción, en el que las habitaciones son adornadas al detalle en homenaje a las más emblemáticas películas, como el Rey Leon y la Sirenita.

La gran ventaja de dormir en el propio parque es que usted no tiene que tocar un carro en todos los días que permanezca allí, porque un eficiente sistema de transporte gratuito lo lleva a los cuatro parques temáticos, los acuáticos y a Downtown Disney, evitándose alquilar carro y salir corriendo todas las mañanas hacia la ciudadela Disney y demorar hasta media hora para llegar del parqueadero a la taquilla; o irse en los buses muy regularcitos de cortesía de los hoteles baratos de Orlando, y a reventar al regreso.

Otra ventaja es que los parques abren a veces más temprano para quienes están hospedados en esos hoteles o cierran más tarde, lo que implica jornadas de hasta 15 o 16 horas a veces de acceso libre al parque elegido para los huéspedes. La mejor forma de aprovechar estas “Magic Hours” es fijarse qué días las hay, y madrugar a tomar los autobuses internos para estar en la puerta esperando justo cuando abran el parque y ser los primeros.

El siguiente paso debe ser dirigirse rápidamente a dos o tres de las atracciones más concurridas, previamente detectadas en la página de los parques y consultando comentarios en la web, para evitar filas. Luego, cuando ya entra el público en general, se debe hacer uso de los Fast Pass, o sea de una reserva para atracciones difíciles de acceder, la cual se hace por Internet semanas antes de viajar para quienes se albergan en los hoteles. Luego, es mejor hacer un paseo tranquilo por alguna de las secciones del parque sin entrar a más atracciones por el gentío. A las 11:30 a.m., cuando comienzan a entrar las “mareas verdes” o de otros colores (excursiones de hasta cuarenta personas con camisetas idénticas, casi siempre adolescentes y usualmente de Brasil), que colapsan las filas, lo mejor es irse rápido para el hotel, en los autobuses gratuitos, porque se puede volver a entrar más tarde. En estas circunstancias se puede almorzar con mucha calma en los excelentes restaurantes de los hoteles (que son buenos aun los más económicos), bañarse en las piscinas si es verano y, en especial, hacer siesta para resistir lo que viene por la tarde. Esto no es otra cosa que ducharse como si el día empezara, tomar el autobús gratis al parque de nuevo y lanzarse a visitar todas las atracciones posibles en el mismo parque de la mañana con una triple estrategia: Primero, usando los Fast Pass que son inagotables luego de usar los tres reservados por Internet. Estos permiten entrar más rápido a cada juego o show por una fila expresa con un gran ahorro de tiempo.

Como dice la hora de presentación a cada atracción, entre uno y otro se debe coordinar para ir a otras y sobre todo para no perderse los shows casi siempre musicales, que tienen hora estipulada (no perderse por ejemplo el Rey Leon en Animal Kingdom, que es un resumen del musical grande de Brodway). Igual sucede con los desfiles, todos muy bien logrados y para la mayoría un espectáculo único en su género. Suena a mucho trabajo coordinar estas visitas así, pero seguro uno de los miembros de la familia disfrutará armando el rompecabezas y los demás solo tendrán que disfrutar y obedecer al líder elegido. No le ponga mucha democracia al asunto porque rinde menos el tiempo.

Luego de haber visto lo principal es mejor relajarse las últimas tres o cuatro horas y vagar por ahí entrando a lo que llame la atención o disfrutando de los restaurantes temáticos (el de la Bella y la Bestia en Magic Kingdom no deber perderse porque es el único temático en la categoría de los económicos, pero requiere reserva). A estas horas nocturnas, los que no fueron a descansar al hotel ya están desmayados, pero quien tuvo esa prerrogativa y siguió este o un plan parecido aguanta fácilmente hasta las doce, una o dos de la mañana, según el caso. La última hora a veces también es “Magic Hours” o sea que solo entran a las atracciones quienes están registrados en los hoteles del parque, y ahí lo mejor es ir a las que a la familia le guste repetir una y otra vez porque prácticamente no hay filas.

La madrugada al día siguiente es dura, pero es inevitable si se quiere disfrutar sin filas, aun en plena temporada alta. Quien pueda darse el lujo, por tiempo y dinero, de un día de descanso entre un parque y otro no debe dudarlo. En esos días intermedios se puede visitar, - gratis el transporte y el acceso-, Downtown Disney, que es una zona abierta al público de tiendas, entretenimiento, restaurantes y varias sorpresas, como un globo flotante, la gigantes esculturas de Lego y el auténtico Circo Soleil, o a uno de los inmensos parques acuáticos también al interior de la ciudadela de Disney: Blizard Beach y Tiphoon Lagoon.

Huye de los sándwiches

Es mejor que coma bien para aguantar el ritmo de las visitas. Para un colombiano es caro comer en los parques, sobre todo si el cambio es negativo como en los últimos tiempos. Pero existe un camino intermedio entre arruinarse pagando cada comida por aparte para todos y el drama de los ‘sanduchitos’ hechos en el hotel con pan de comino y mantequilla de maní, lo único que se consigue a veces en el minisúper de los hoteles baratos en Orlando. La clave es pagar desde el principio, junto con las boletas del parque y del hotel, una cosa llamada Quik Service, o sea, comida rápida prepagada, que la sirven en los restaurantes fast food de los parques y en los restaurantes de los hoteles. Hay también un servicio de mejor calidad pero si debe economizar, el primero es más que suficiente y es rápido.

Contrario a lo que se dice, la comida rápida es deliciosa y en estos parques está bien preparada, ya sean unos taquitos en la sección mexicana del parque Epcot Center, o una pizza en Pizza Planeta en Hollywood Studies. En este mismo parque una enorme pierna de pavo es imperdible. Lo mejor es que lo que dan por el servicio más barato (unos cincuenta dólares diarios por persona), da de sobra para un estómago colombiano, aun sin usar el vaso de bebidas ilimitadas para consumir en el restaurante del hotel. Hasta se puede invitar amigos de Orlando para terminar de liquidar los cupones el último día o compartir con amigos encontrados en el parque con ojos de estar comiendo sándwiches hechos en el hotel. Y son almuerzos normales, de pasta, pollo, carne, ensaladas, postres por doquier, y mucha variedad. A los niños les encanta y los adultos lo disfrutan aunque luego tengan que llegar a hacer dieta. Lo mejor es que los bonos de comida están incluidos electrónicamente en el reloj- pulsera en el que vienen tanto los tiquetes a los parques como las llaves de las habitaciones y el acceso a compras de las tiendas de regalos que luego se cargan a la tarjeta. O sea que además, ni hay que cargar documentos o billetera durante todo el tiempo que se esté en uno de los hoteles internos.

Qué ver y qué no

Lo primero es afirmar que los cuatro parques temáticos de Disney en Orlando deben ser vistos y merecen por lo menos un día entero de esos largos con hotel interior. De repetir alguno, porque a veces los paquetes incluyen un quinto día gratis en temporada baja, definitivamente debe ser el original Magic Kingdom. Desde la divertida y no asustadora casa embrujada, hasta la montaña mágica (montaña rusa a oscuras), pasando por el juguete más grande del mundo: Small World, y sin descartar el de los piratas, entre otras decenas de opciones, el reino mágico es definitivamente el tope de la fascinación para adultos y niños. Si a eso se añaden los desfiles con carros iluminados, el viaje en el tren mítico del creador de Mickey, la visita a las tiendas inagotables y los shows con infinidad de variaciones y hasta fuegos artificiales, el que se aburre aquí (conozco pocos), se va a aburrir en el paraíso, si le corresponde ir.

En segundo lugar, en mi estadística familiar, está Hollywood Studios, que tiene para empezar el mejor juego de video game tamaño natural de todos los parques, Toy Story Manía, y el por mí siempre visitado museo de Walt Disney, el creador de toda esta magia. Pero son muchos más los que disfrutan la visita al teatro chino de Hollywood para repasar el cine varias décadas, el terrible ascensor del terror que cae al vacío, o la atracción de la guitarra eléctrica en la cual se pasa de 0 a 60 kilómetros por hora en pocos segundos. El show de la Bella y la Bestia es imperdible y para los seguidores de Star Wars volar en las naves ad hoc es inevitable y, además, acaban de inaugurar un muy bien logrado show y un museo sobre el tema. La noche termina con un espectáculo indescriptible de los personajes más conocidos de Disney, en un enorme escenario acuático, con láser, filmación proyectada en cortinas de agua y fuegos artificiales.

Igual sucede con Animal Kingdom, en el que se respira una atmósfera especial de relax, aire libre y un cierto contacto con la naturaleza real, especialmente con el safari y las caminatas por el zoológico, en los cuales se ven animales vivos en hábitats no apabullantes, con especies incluso tan salvajes como gorilas y felinos. Con un buen estómago, el viaje en la montaña rusa del Yety, que se devuelve en reversa al llegar al final, debe hacerse aunque antes de almuerzo. Y ya más relajado, no perderse la bien lograda visita al mundo de los dinosaurios y sobre todo el Show de Nemo. Como cierran temprano por los animales, hay que dejar para lo último la visita a los rápidos Kali River y así salir empapado camino al hotel y no estar todo el día tratando de secarse. La comida aquí tiene un particular encanto en los restaurantes de Asia y África, dos de las secciones más importantes del parque, aun en los restaurantes de comida rápida.

Hay un bello desfile estilo Circo Solei que merece ver pasar por lo menos una vez, y en general darse tiempo para disfrutar de los paisajes en parte naturales que son típicos del parque.

Aunque Epcot va de último en esta lista, no debe saltarse. Soaring, su atracción principal, es la más avanzada de todas porque hace sentir al público volar pero sin vértigo, de una manera parcialmente ingrávida, por todo California. El acuario cercano es bastante agradable para pasar más de una hora, pero la atracción de carros de carreras a gran velocidad puede ser más emocionante. A los niños les gusta y sorprende el recorrido por el interior de una inmensa esfera, donde les explican viajando cómo se fueron inventando cosas los hombres a lo largo de los siglos; también hay otras atracciones tiernas y tranquilas. El centro del parque es sin embargo la visita a los stands de recordación de diferentes países como China, Canadá o Marruecos, donde se respira un cierto aire a exposición universal, con la ventaja de comidas típicas exóticas de esos países y souvenirs de los mismos a montones. Obviamente hay un show al final, en medio del lago central, que se disfruta si se ve de cerca. Además siempre se puede repetir algunas cosas, no siendo un parque ni grande ni agotador.

Consejos finales

Cada uno tiene su estilo y este es el que yo recomiendo por haberlo entrenado en siete oportunidades con mi familia. Por dar consejos que pueden necesitarse, debo sugerir seriamente no llevar niños demasiado pequeños que no entienden la mayoría de las cosas y sufren mucho con el calor o el frío. Es mejor esperar unos años o de lo contrario hacer un muy tranquilo viaje viendo pocas cosas. Desde los siete años es ideal pero los de cuatro también aguantan si tienen buen ritmo de viajes.

Igualmente creo que es un poco loco lo que todos hemos hecho más o menos, de sumarle sin pausa alguna, a este ajetreo de cuatro o cinco días, otros tantos en parques diferentes o los acuáticos dentro de Disney, y dar una vuelta por la Florida desde el fuerte de San Agustín a los cayos, pasando por South Beach y la base de cohetes espaciales. Pero cada quién verá hasta dónde le dan la energía y el dinero. Yo sugiero varios viajes y el primero solo para los parques Disney si es solo de 10 días. Eso sí, ni se le ocurra ir a la Florida, como hizo un amigo mío, y no visitar un solo Parque de Disney o cualquier otro. No les haga eso a sus hijos. Tenga la seguridad de que no se lo van a perdonar cuando adquieran conciencia de lo que pudo ser y no fue. Eso sí, planéelo con la debida anticipación porque esta octava maravilla merece un plan para que el sueño efectivamente se haga realidad.

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